... no siempre quedan sin realizarse. Pablo Holmberg - Kioskerman - y su Edén lo lograron. La nota de Martín Pérez completa leela AQUÍ, para que lo conozcas, y te sumerjas en su propia Tierra Media. ¡Es argentino!
Va un avance.
Un alma embotellada cuya luz sirve para leer de noche, un día de pesca que revela una misión para toda la vida, o una caminata por el bosque que permite entrever un mundo nuevo. La vida en Edén puede ser muy simple. Pero al mismo tiempo sabe ser muy complicada. Como cantaron alguna vez los Talking Heads, el Cielo es un lugar donde nunca pasa nada. Pero pasan cosas en el Edén de Kioskerman, aunque todas las cosas que pasan se pueden contar en cuatro cuadritos. Tal vez justamente por eso es que su Edén no es un Cielo, y ni siquiera un Paraíso. Sino apenas un mundo en donde los árboles tienen sentimientos y la tecnología moderna brilla por su ausencia. Pero abundan las experiencias humanas, incluso prescindiendo de algo llamado ser humano. Claro que esas premisas son apenas el punto de partida alrededor del cual Pablo Holmberg –el hombre detrás del apodo– construyó su segunda obra como historietista, la primera en convertirse en un libro, un hermoso volumen que sorprendió al llegar a las librerías a fines del año pasado. Y la sorpresa tiene que ver con ese acabado mundo propio al que Kioskerman da forma en el centenar de tiras por las que se puede ver su Edén, donde logró alejarse de las influencias iniciales de Liniers con las que comenzó en esto de hacer historietas, un arte nuevo para él, que antes había sido creativo publicitario, encargado de comunicación de una empresa multinacional e incluso había intentado –de adolescente– escribir una novela de fantasía heroica a lo Tolkien. Pero a los 24 años decidió que quería dibujar, confiesa, pero sólo porque quería hacer historietas. Vio una tira de Macanudo, de Liniers, y pensó: “Esto yo lo puedo hacer”. Y lo hizo. “Todavía no sé muy bien lo que estoy haciendo cuando dibujo –confiesa Kioskerman–. Pero en la historieta, el dibujo no tiene que ser exquisito. Es como tu letra.” Y la letra de Kioskerman es la de un Edén que no es un Cielo ni un Paraíso, sino apenas un nuevo mundo, invitando a ser visitado.