Aunque leo mucho en inglés, a veces intento leer también en francés para que no se me termine de olvidar todo lo que estudié en su momento. Me da más pereza, tengo menos fluidez y la selección de autores es limitada, aunque podría empezar con el filón de Verne. Me encanta Irene Nemirovsky y Les feux d'automne es una novela no muy larga que pensé que no me costaría demasiado leer en su versión original (que tenía la ventaja añadida de ser mucho más barata, al menos en kindle). Sin embargo, aunque el lenguaje es precioso, sencillo, y leerlo es un placer, no pienso que sea la mejor historia de su autora, sino que es algo desigual. El libro se divide en tres partes, la primera me pareció con diferencia a la mejor, es la época que corresponde a la Gran Guerra y Némirovsky describe con maestría las escenas en el campo de batalla. El personaje de Marcial es uno de los más logrados, aunque por desgracia su protagonismo no continúa. La segunda parte corresponde al periodo entreguerras, los jóvenes regresan cambiados, buscan la vida fácil y la encuentran. Esta parte me resultó mucho más floja, melodramática y convencional, Nemirovsky es mejor cuando a sus personajes les mueven emociones fuertes, es entonces cuando les da vida. El final del libro lo dedica a la Segunda Guerra Mundial y, aunque mejora algo, sigue sin alcanzar la calidad literaria del principio. Los bienes de este mundo, ambientada en una época similar (y novela que ya comenté en su momento) me gustó mucho más.
Sobre la Segunda Guerra Mundial también versa Maus (I y II), el cómic de Art Spiegelman ganador del premio Pulitzer. Vladek, el padre del autor, le cuenta a su hijo su historia, desde el momento en que conoció a su madre, su vida en Polonia antes de la ocupación nazi, sus experiencias durante la guerra y su encierro en Auswitch. El retrato de esa época es magnífico, se sienten las emociones de los protagonistas, el frío, la tensión, la ansiedad, el peligro en el que viven cada día, las condiciones de maltrato que deben soportar, el miedo y su lucha por la supervivencia día a día. En el primer tomo hay más historia, en el segundo el momento actual adquiere más protagonismo que la propia narración y una se siente que le cuentan cosas que el padre hubiese preferido mantener en la intimidad de la familia. Cierto que la guerra le afectó y le dejó secuelas, o quizá ya había algo de eso antes y fue uno de los rasgos que le permitió sobrevivir, pero el autor recalca demasiado esa parte y no veo el motivo de tanta insistencia salvo el de justificar sus propios demonios y su sentimiento de culpabilidad por no desear cuidar a su progenitor (algo comprensible porque no tenía un carácter fácil).
El mandarín de Eça De Queirós es una novela interesante, muy bien escrita, reflexiva pero fácil de leer. El ritmo es muy bueno, nunca se hace pesado. Sin embargo, me resultó más atractiva la premisa que el desarrollo, es una visión demasiado negativa y sin esperanza, aunque me figuro que ese era el propósito del autor. «En la lejana China existe un mandarín inmensamente rico. Nada sabes de él, ni de su nombre, ni de su rostro, ni de la seda con que se viste. Para heredar sus inagotables riquezas basta con que toques esa campanilla que está a tu lado sobre un libro. El mandarín tan sólo exhalará un suspiro en los confines de Mongolia. Al momento será un cadáver. Y tú verás a tus pies más oro del que puedes soñar. Tú, que estás leyendo esto y eres hombre mortal, ¿tocarás la campanilla?» Teodoro se conformaba con su existencia mediocre hasta que su elección sobre la muerte de un desconocido, un viejo mandarín, le convierte en el dueño de su gran fortuna. La riqueza pone al alcance de su mano muchos de sus sueños, pero eso no le da felicidad; la culpa le persigue. Para librarse de ese sentimiento, viaja a la China con la intención de resarcir a los herederos. Ni siquiera el amor ni el consuelo espiritual satisfacen el vacío de su espíritu. Al olvidarse del dinero y retornar a su vieja vida no recupera la tranquilidad, sino que se da cuenta de la hipocresía de la sociedad. A veces pienso que los críticos que opinan sobre los libros no los han leído, catalogar esta novela como divertida me suena a despropósito, no hay humor en el desencanto, aunque a veces se recurra a esa táctica para restarle importancia, pero el trasfondo es muy triste.
Grant Allen es un autor canadiense de finales del XIX del que no había oído hablar aunque, según he descubierto, posee cierto renombre. Es de descarga libre y gratuita en Gutenberg.org así que, picada por la curiosidad, me bajé algunos de sus libros. Empecé con una historia sobre una mujer liberada, The woman who did. No es una novela de horror, como sugiere la descripción de amazon (otro de esos libros que se resumen sin haberselos leído), sino una novela breve sobre la emancipación de la mujer y el estigma social que supone. Herminia, la protagonista, sabe que actuar según sus ideales la convertirá en una mártir por la causa. Aún así, sigue adelante y no cede a la presión cuando las circunstancias lo reclaman. Es una historia trágica pero muy interesante, hace pensar y el contraste es aún más llamativo cuando se comparan las convenciones de entonces con la época actual. Hay mucho que agradecer a esas mujeres.
Me hice con un Omnibus de Helene Hanff para leer todas sus novelas. La siguiente en la lista fue Q's legacy, que en realidad es una suerte de memorias, aunque todas las obras de Helene Hanff son autobiográficas. El título, Q's legacy, es un homenaje a Sir Arthur Quiller-Couch, el profesor inglés cuyo libro, On the art of writing, Helene empleó como guía de estudio. En plena depresión de los años 30, sin dinero para acceder a la universidad, Helene recurrió a la biblioteca en busca de un tutor que se adaptase a ella, y lo encontró bajo la letra Q. En estas memorias repasa historias que ya había mencionado en libros anteriores (y que conviene haber leído antes para conocer a los personajes), pero se extiende más en el tiempo, a posteriores viajes a Londres para la adaptación de su novela 84, Charing Cross Road a la televisión y al teatro.
"If I live to be very old, all my memories of the glory days will grow vague and confused, till I won't be certain any of it really happened. But the books will be there, on my shelves and in my head -the one enduring reality I can be certain of till I die."