Entre el desastre y un pequeño recuerdo
por Nerea AlwaysWithYou
-Carla, Carlita, Carlota, ¿Es que no te puedes quedar quieta?
Llevaba mas de media hora persiguiendo a esa pequeña criaturita, ¡y casi la cojo! De no
haber sido por el dolor de piernas y de lo lenta que soy. Que pena que ya no sea tan ágil
como antes.
Y es más, acababa de sentarme para recobrar el aliento cuando me da por alzar la
cabeza y ver a Carla coger la foto enmarcada de el día de mi boda.
Pero espera ¿De donde la ha sacado? ¡pero si la tenía guardada!
-¡Carla! - vuelvo a levantarme, pero parece ser que he sobresaltado a la niña, ya que
instantes mas tarde escucho el crujir del cristal romperse en añicos contra el suelo. Y
después silencio. Me quedo mirando los trozos de cristal que me refleja borrosa no sé por
cuanto tiempo.
-Abu, Lo sento - Carla me 'despierta' del aturdimiento.
-De abu nada. Mira lo que has hecho. De verdad, no puedo quitarte los ojos de encima
nunca ¿eh, Carlota?
Escucho sorber su pequeña nariz pero nada mas. No escucho el llanto que tanto me
esperaba ni sus suplicas para que la perdone. Simplemente se queda allí, parada en
frente de mí con los ojos clavados en el desastre que ha producido. ¿O puede que en
algo mas?
Busco mis gafas y cuando me doy cuenta de lo que esta mirando,me late el corazón con
fuerza.
Es extraño que mi nieta no lo haya escuchado.
-Abuu, ¿quién es ese niño? - coje la foto por mí, y me señala a un moreno de intensos
ojos verdes que me tiene cogida de la mano.
Me olvido del enfado tan pronto como recuerdo aquel día.
Un campo lleno de flores y un almendro. El atardecer nos bañaba mientras mi madre...
-¡Abuela! - pestañeo dos veces, y gruño.
Qué nieta mas petarda.
-¿Qué?
-Que quien es.
Vuelvo a mirar la foto, y es como si me teletransportase al pasado.
El viento silbaba melodías de primavera mientras Nicolás me cogía de la mano, muy
suave, como si creyese que al mínimo toque pudiera romperme.
Sonreímos.
-Ana – me llama mi madre mientras se coloca delante de nosotros con una cámara –
Sonríe.
¿Y qué se supone que estoy haciendo, Mami?
Nicolás me apreta suave la mano mientras el flash nos ciega en ese momento,
inmortalizandolo. Segundos mas tarde veo a mi padre acercarse.
-¡Ana! ¿Quieres tarta? - pregunta él mientras se acerca a mi madre con un cachito de
esta.
-¡No! - berreo.
-¿No?
-Ven – me susurra Nicolás al oído, y nos vamos corriendo por el pequeño sendero de
almendros, cerca de la casa de campo de papá y mamá.
-¿Qué pasa, Nico? - le pregunto cuando para de sopetón a medio camino.
-Cierra los ojos – pero mas que cerrarlos, él pone su mano en mis ojos antes de que
pueda cerrarlos.
-¿Dónde vamos?
-Es una ¡sorpresa! - Y no dije nada mas en los cuatro pasos que dí, hasta que me dijo que
podía abrirlos.
Al principio no vi mas que un árbol, unas cuantas hormigas y el sol a punto de ponerse.
Pero luego, al mirar arriba, vi su nombre y el mío unidos por un corazón. Mas abajo un
Felicidades apenas incomprensible, pero aún así sabía que lo ponía.
-Nico , yo...
Se abalanzó sobre mí y me tiró al suelo.
-¡Oye! ¿Pero a tí que te pasa? -dije un poco enfada, pero él solo alzó los hombros
despreocupado y antes de darme un pico me dijo:
-Solo te quiero.
-A-BU-E-LA -lamentablemente, Carlita volvió a interrumpir mi breve viaje al pasado, otra
vez.
Se escuchó abrir la puerta principal y Carla corrió allí un poco malhumorada.
-Abuela, la abuela no me quiere decir quien es este niño – dice la criaturita al borde de las
lágrimas.
No llora porque porque me ha roto el marco de cristal, ¿y llora porque no le quiero decir
quien es el niño de la foto?
Pero el abuelo solo sonríe, se agacha y la dice:
-Señorita, ese niño soy yo con tu abuela el día de su quinto cumpleaños.
-¡Oh! Me sorprende que lo recuerdes, Nico.
-¿Como iba a olvidar el mejor beso de mi vida, Ana? - y ambos sonreímos, como aquel
día de verano bajo los almendros. Como dos niños pequeños, felices y despreocupados
que una vez llegamos a ser.