España no es un país que destaque por su enseñanza en relación a los asuntos culturales. Me atrevo decir que la experiencia de casi cualquiera que haya acudido a un colegio convencional durante sus estudios de Primaria y Secundaria puede corroborar que disciplinas como la música, la danza o el arte han ido siempre muy por detrás – si es que han estado presentes- de otras materias como las matemáticas, la física o la literatura. Tanto en horas dedicadas a su enseñanza y estudio como en el mensaje que se les hace llegar a los niños sobre su importancia, nunca han salido muy bien paradas.
Según las estadísticas culturales correspondientes al año 2013, elaboradas por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, los estudiantes del bachillerato de artes y FP del ámbito cultural constituyen solamente un 4,9% y un 3,9% del total del alumnado, respectivamente. En el caso de las enseñanzas universitarias, donde cabría esperar mejores resultados, nos encontramos con que los estudios relacionados con profesiones del ámbito cultural son cursados por un 6,4% del total.
Este déficit en cuanto a las enseñanzas artísticas y culturales sigue presente una vez los alumnos dejan la enseñanza. El bajo interés por el producto cultural –tanto por parte de los consumidores como de empresas y medios de comunicación que apuestan por el ocio- tiene precisamente su germen en la importancia, prácticamente nula, que se le da a la cultura en la educación y el resto de ámbitos. Es mucho menos probable que se desarrolle el gusto por el arte, la música o la danza si todos los mensajes recibidos vienen a decir que la cultura es un bien de baja categoría o prescindible.
Y sí, un 21% de IVA aplicado a los productos de consumo cultural no hace más que empeorar la situación y poner de manifiesto que dedicarse profesionalmente a este ámbito en nuestro país no es precisamente sencillo. Como lo hace la fantástica decisión del ministro Wert de eliminar definitivamente la música del plan de estudios de la Educación Primaria. Este tipo de decisiones consiguen, por desgracia de manera muy efectiva, hacer ver que la cultura tiene un papel totalmente irrelevante en la sociedad.
Si se está interesado en una enseñanza que apueste por estas disciplinas, es necesario acudir a las Enseñanzas de Régimen Especial. Según la estadística ya citada, durante el curso escolar 2011-2013 fueron un total de 376.150 alumnos los que se inscribieron en alguna de sus modalidades relacionadas con el mundo de la cultura. Aunque en este tipo de encuestas la música suele puntuar basta por encima que el resto de las disciplinas, sigue siendo un poco chocante comprobar que supone un 82,5% del total. Muy por detrás aparecen la danza (9,3%), las artes plásticas y el diseño (7,6%) y el arte dramático, este último de forma prácticamente anecdótica (0,6%).
Sinceramente, me da bastante pena que el ámbito cultural sea tratado de esta manera en el ámbito educativo, de manera que influya en los hábitos de consumo posteriores de los españoles. Otras asignaturas y conocimientos son igualmente necesarios, pero considero que dejar de lado estas materias “menores” no hace ningún favor a los estudiantes y potenciales consumidores y profesionales. Para conseguir una sociedad interesada por la cultura, es necesario empezar por el principio.