Hace un tiempo os mostramos aquí la redecoración de un reloj de madera, regalo publicitario de una marca de whisky. Igualmente obsequio de la bebida espirituosa es este porta mandos que yacía olvidado en un cajón.
Comenzamos a transformarlo con un par de manos de pintura a la tiza color flor de jazmín.
Las plaquitas de este collar fueron las causantes de que lo adquiriésemos en un mercadillo. Nos parecieron perfectas para personalizarlas con decoupage, o con cualquier otra técnica decorativa. Pero su fin, aunque ciertamente decorativo, iba a estar lejos de la idea inicial. Tijeras en mano y...
... ¡plaquita fuera!
Llevamos mucho tiempo admirando y envidiando en silencio a Marcela, cada vez que coge el pincel y se pone a escribir como si nada, con su maravillosa caligrafía. Y nosotras teníamos que intentarlo. ¡Qué cosa tan complicada! Apenas ensayamos en un papel para darnos cuenta de que no íbamos a aprender en un rato... Pero ya no era cuestión de echarse atrás; un poco de cara y mucho entusiasmo, ¡y al menos se lee lo que quisimos poner!
Hogar: nuestro lugar favorito en el mundo mundial. Lijamos suavemente las letras para integrarlas con el fondo blanco.
Y lista para adornar nuestro porta mandos, al que previamente también habíamos envejecido ligeramente.
¿Hemos dicho porta mandos?
Ah, pues no... Ahora es un porta cubiertos.
Ups, y ahora un porta macetas, bien colgado de la pared...
¡Espera, espera! Mejor lo dejamos como porta abanicos, indispensable complemento de este caluroso verano.
¡Definitivamente ésto es un porta todo! Y con él, volvemos con muchísimas ganas a los findes frugales de Marcela Cavalieri, después de unas semanas ausentes por vacaciones. Seguro que allí nos dan otras ideas para nuestro "porta", a la vez que nos inspiramos con las propuestas de nuestras compañeras blogueras.
¡Feliz fin de semana!