No sé por qué motivo, si es que quizá tengo un imán para las preguntas y comentarios difíciles, más de una vez me han preguntado que cómo era eso de ser madre, que qué tal lo llevaba, cómo me había cambiado la vida.
Soy consciente de que la mayoría de las veces es una pregunta formulada de manera retórica, aunque me sorprende bastante que se pueda preguntar retóricamente algo con tanta trascendencia cómo es, en definitiva, la valoración personal de la maternidad. Siendo consciente de ello, debería limitarme a contestar como si no me hubiera calado la pregunta y dejarlo en un "genial", "estupendo" o "mejor que nunca". Pero no puedo.
Me lo prometo una y otra vez, pero acabo metiéndome en todos los fregaos y cada vez que me hacen esta pregunta dejo al interlocutor con la boca abierta. Ya digo que soy consciente de que quién la formula espera una respuesta escueta y estereotipada, pero yo no soy capaz de emitir semejante contestación, no me sale.
Casi sin quererlo (o sin querer queriendo, como el Chapulín Colorado), suspiro, sonrío y empiezo a hablar de cómo he crecido cómo persona, cómo ha llegado la felicidad a mi vida, cómo he encontrado mi sitio en el mundo, a hablar de la responsabilidad que supone, lo duro que resulta el día a día, para terminar explicando que me parece fundamental tomar una decisión como ésta desde la responsabilidad y el conocimiento de a qué nos enfrentamos. Ahí es ná!.
Me parecería muy poco coherente (incluso irresponsable) por mi parte contentarme con una explicación de dos palabras, una frase cualquiera más vista que el tebeo, cuando a mi la maternidad me ha calado tan hondo. ¡Imposible!.
Luego, claro, me quejo de que me tengan por rara...