Otra subidita, o mejor otro subidón. Menuda broma, la cosa puede andar entre el 11% y el 13% de aumento en el recibo de la luz. Y es que van a saco, sin importarles nada. Una vez abierto el melón de la destrucción se han cebado y no parece que piensen dejarlo a medias.
Lo de la luz es de coña marinera. Increíble y no entendible. En cinco años llevamos más del 70% de aumento y lo que te rondaré morena, que ya tenemos garantizado como mínimo un 11% más en enero. Ahí tienen ustedes al Sr. Soria, a la sazón ministro de Industria aunque ejerce más como recadero correveidile del lobby energético. Y si no, ¿cómo se entiende que hace una semana dijera que no iba a subir la luz, y hace tres día que lo haría en un 2% y hoy sabemos que del 11% no baja?
Ya les da igual todo. han tocado a rebato y están desmantelando el país. Porque no hay quien pueda creer lo que está ocurriendo con la electricidad. Una subasta surrealista –o sea va contra las leyes de mercado que ellos tanto idolatran— donde el consumo es cada vez menor y en cambio el precio sube más y más.
Y es que este mercado ficticio está dominado por un oligopolio que es un monopolio de facto, puesto que son pocas las empresas y se ponen de acuerdo en el precio y así seguir aumentando sus pingües beneficios y hundiendo a hogares que ven cómo les es imposible hacer frente a un recibo de la luz que va aumentando exponencialmente. Un ‘magnífico’ sistema de fijación de precios que instauró el tal Aznar hace quince años y que nos dejó en manos de estos sinvergüenzas.
Por otro lado el conocido y odioso déficit tarifario que no es sino el truco del almendruco, nos suben una parte por su culpa pero sigue existiendo en la misma proporción. ¿Hay quién lo entienda?
Sectores estratégicos como el energético no deberían haberse privatizado. Pero entre Gonzáles y Aznar no dejaron títere con cabeza y así nos va. No sólo lo privatizaron sino que lo hicieron en aras de una competencia que se debería haber dado y que no es tal, puesto que tanto en este sector, como en el de telecomunicaciones no sólo no han bajado los precios, sino que nos han colocado a la cabeza de Europa. Al menos debería existir un precio regulador por parte del gobierno. Pero claro, eso es trabajar para los ciudadanos y no para los grandes lobbies.
Y seguimos batiendo récords, pasamos del tercer país con la electricidad más cara en Europa actualmente, al primero a partir de 2014. Se nos da de miedo ser los primeros, en paro, en corrupción, en precios energéticos, en gobiernos autoritarios.
El desempleo cada vez mayor, los salarios bajando y la luz mucho más cara hacen que muchos ciudadanos se encuentren en la indigencia energética y no puedan pagar los recibos de los servicios esenciales como el agua, el gas o la luz. Para ello Izquierda Plural propuso ayer en el Congreso que no se corten estos servicios esenciales a las familias que no puedan pagarlos durante el invierno, que naturalmente el PP abortó puesto que según el pepero que intervino, un tal Flores, no sólo descartó adherirse a esa propuesta sino que dijo que el gobierno ya había hecho bastante con los débiles con la instauración de la Reforma Laboral. ¡Hay que ser malnacido!
Y ahora estoy oyendo que el ministro está sorprendido por este resultado de la subasta de la electricidad y dice que lo va investigar. Como si fuera nuevo, este ministro y los anteriores no pueden hacerse los idiotas, aunque lo sean, porque la subida constante de la luz viene dándose desde hace seis años. Y es que encima se ríen de nosotros, nos pisan y en vez de disculparse se mean encima. Probablemente pretenderá que el aumento sea menor –por ejemplo un 9%— y encima se lo tengamos que agradecer.
El hecho es que las eléctricas cada vez tienen más beneficios y los ciudadanos cada vez pueden pagar menos sus recibos. Ante el abuso social y la confabulación monopolística del lobby eléctrico se necesitaría un gobierno fuerte y a favor de los ciudadanos que hiciera bajarse del machito a estas empresas canallas que están llevando a la ruina a muchas familias y empresas. Habría que intervenir y regular el precio o bien nacionalizar el sector o crear una empresa pública con precios justos que pudiera competir. Todo menos quedarse con los brazos cruzados, quizá esperando que cuando este gobierno termine su mandato, alguno o algunos de sus miembros puedan ingresar en los consejos de administración de estas empresas, como ya viene sucediendo.
Salud y República