Revista Literatura
Ya están las rebajas, establecimientos atestados de codazos y letreros, montones de camisas amontonadas del tiempo de María Castaña y jerseys con más pelotillas que un granero de escarabajos, pero rebajas a fin de cuentas. Dicen que nos gastaremos 60 euros por español. O sea, habrá uno que se gaste 3000 y 50 que no gasten nada, porque no tienen nada o porque prefieren gastar sus 60 euros en otras cosas. Lo de siempre. Ya están los contenedores atascados y atragantados de tantos embalajes y tantos plásticos. Recicle, que solo es un paseíto de nada. Los fabricantes de juguetes y las hamburgueserías comparten fotógrafo: cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Sé que me repito, y eso que no desayuno ajo, pero lo de los contenedores los días posteriores a Reyes es un estudio pendiente, sociólogos al ataque. Nuestra basura, lo que nos sobra, nos retrata, con mayor fidelidad, con mayor precisión, que el fotógrafo de las hamburguesas y de los juguetes, infinitamente mejor. Faltaría más. Ya está Darth Vader campeando a sus anchas por los rincones de mi casa, y la muñeca monstruito de turno grita de purito miedo, historias a ras de suelo. Ya están aquí las nominaciones a los Goya y me apuesta se mantiene sólida como una piedra, porque es sólida como la piedra más piedra, récord histórico de La isla mínima, esa obra maestra que si estuviera firmada y filmada por un tipo de Kansas ya habríamos calificado como un nuevo clásico del cine. Cosas que pasan, cosas tan de nosotros, amén. Hablando de récords, hay quien los destroza en poco menos de una semana, y suma y sigue. Ya están los líos de vestuarios, que tal vez sean los líos de siempre, pero que los títulos camuflaron, como la tirita a esa rozadura que nos fastidia en el talón. No cojee más y plántele cara al problema o cambie de zapatos, soluciones en tres dimensiones. Ya están los memes de las dietas de adelgazamiento, para recordarnos lo que nos hemos pasado las pasadas fiestas, lo mucho que nos hemos excedido, y recordándonos que algún día, cuando estos fríos y estos lodos y estos tragos mal tragados lo permitan, llegará el verano y tendremos que lucir carnes y curvas. Todo llega, dicen. La fotografía de una musculosa profesora de fitness, en un panfleto en el estómago de mi buzón, me intimida, me alerta, pero no hay mensaje subliminal, no... sigue leyendo en El Día de Córdoba.