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¿Y si en lugar de empoderarnos, empezáramos a desempoderarnos?

Publicado el 18 marzo 2025 por Johnny Zuri @johnnyzuri
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¿Y si en lugar de empoderarnos, empezáramos a desempoderarnos? 🤯

Desempoderamiento: la verdadera revolución 🤯 Una sociedad sin lucha de poder podría ser más justa, humana y libre. ¿Y si el futuro estuviera en soltar el poder en lugar de perseguirlo?

El gran engaño del empoderamiento

Nos han vendido una idea como si fuera la gran solución: tienes que empoderarte. Repite conmigo: empoderarse es bueno, empoderarse es necesario. Lo dicen los gurús del éxito, las estrellas de Hollywood, los políticos con discursos progresistas y hasta los ejecutivos de grandes empresas. Empodérate o quédate atrás.

Pero algo no cuadra. Porque cuando los que ya tienen el poder te dicen que tú también puedes tenerlo, huele a trampa.

Piensa en esto: si realmente el empoderamiento fuera una amenaza para el poder establecido, ¿por qué lo promueven tanto los mismos que lo ostentan? ¿Por qué ese concepto se ha convertido en un eslogan publicitario, en un mantra vacío que se repite en todas partes?

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¿Empoderamiento o simplemente más de lo mismo?

Ser «empoderado» se ha convertido en un disfraz más del mismo juego de siempre: escalar posiciones, dominar, competir, imponerse. Es como si la única forma de ser fuerte fuera jugar con las reglas del poder de siempre, en vez de cuestionarlo.

A las mujeres, por ejemplo, se les ha vendido la idea de que el empoderamiento es adoptar las mismas dinámicas agresivas que históricamente han sido la norma masculina: ser implacables, ambiciosas, competitivas. Pero… ¿realmente eso es liberador? ¿O simplemente estamos replicando el mismo molde de poder con otro envoltorio?

Aquí es donde surge una idea radicalmente opuesta, una idea que nadie quiere mencionar porque desmonta el castillo de naipes sobre el que se sostiene el «empoderamiento» moderno: ¿y si el futuro estuviera en desempoderarnos?

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Desempoderar como acto de liberación

Desempoderar no significa volverse débil, ni someterse. Significa soltar la obsesión por el poder. Dejar de medir nuestra valía en función de cuánto controlamos o de cuántas batallas ganamos.

Desempoderarse es un acto de rebeldía.

Es rechazar la idea de que necesitamos más jerarquías, más lucha, más títulos, más poder. En vez de competir para ver quién manda, podríamos construir un mundo donde nadie necesite mandar sobre nadie.

Piénsalo: ¿qué pasaría si en lugar de enseñarnos a ganar poder, nos enseñaran a cooperar? ¿Si en lugar de admirar a los «líderes fuertes», valoráramos a las personas honestas, auténticas, capaces de mostrarse vulnerables sin miedo?

Porque la verdadera fortaleza no está en imponerse sobre los demás, sino en ser capaz de ser uno mismo sin necesidad de demostrar nada.

Un futuro sin jerarquías: ¿utopía o posibilidad real?

La historia nos dice que las jerarquías no son una necesidad inevitable. Durante milenios, muchas sociedades humanas vivieron sin grandes estructuras de poder centralizado. Los primeros agricultores de Europa Central, por ejemplo, tenían comunidades sorprendentemente igualitarias hace más de 8.000 años.

Entonces, ¿por qué hoy en día nos parece imposible imaginar una sociedad sin dominación?

El problema es que nos han enseñado que sin estructuras de poder, todo sería caos. Pero hay otra posibilidad: una anarquía sana, donde las relaciones no se basen en la autoridad, sino en la colaboración.

No hablamos de un mundo sin reglas, sino de un mundo sin la absurda necesidad de que unos pocos decidan por todos.

La vulnerabilidad como nueva fortaleza

Hemos asociado el poder con la dureza, con la falta de emociones, con la capacidad de «mantenerse firme». Y nos han hecho creer que mostrar vulnerabilidad es sinónimo de ser débil.

Pero, ¿y si fuera al revés?

Ser capaz de mostrar tus miedos, tus dudas, tu fragilidad sin sentirte menos que nadie es el acto de valentía más grande. En una sociedad desempoderada, la honestidad y la autenticidad tendrían más valor que la dominación.

Porque al final, ¿qué es más poderoso?

  • ¿Un líder que impone su visión sin escuchar a nadie?
  • ¿O una comunidad de personas que se apoyan mutuamente, sin necesidad de que nadie mande sobre los demás?

¿Estamos listos para soltar el poder?

La pregunta incómoda es: ¿queremos realmente cambiar el juego, o solo queremos jugarlo con mejores cartas?

Porque desempoderar no es simplemente repartir el poder de otra forma. Es dejar de jugar al poder.

Y eso… eso sí que da miedo. Porque significa soltar el control, cuestionar lo que siempre hemos creído, y atreverse a imaginar un mundo donde el respeto y la colaboración valgan más que la autoridad y la competencia.

Tal vez no estamos listos todavía. O tal vez, en el fondo, todos anhelamos un futuro donde la verdadera revolución no sea quién manda, sino que nadie tenga que mandar sobre nadie.


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