Revista Coaching

¿Y si no pasa lo que quieres que pase?

Por Juan Carlos Valda @grandespymes

¿Y si no pasa lo que quieres que pase?

Por Merce Roura

¿Tú también necesitas que pase algo para ser feliz? Sientes que te falta algo que nunca sucede en tu vida... Algo concreto, claro. Algo que imaginas que te dará la felicidad, la alegría, la calma. Algo que deseas con todas tus ganas y que ya has vivido en tu cabeza miles de veces.

¿Tú también has puesto nombre a tu felicidad? ¿Nombre y apellidos? ¿Has puesto fecha y la has marcado en tu calendario? ¿Esperas que pase algo que te cambie la vida y sientes que sin ello te partes en dos? Pasan los días y las horas y no sucede. En algunas ocasiones, parece que estás muy cerca y casi lo tocas, pero no. Se esfuma, se desvanece... Y duele, duele mucho cuando eso pasa porque ya lo sentías como si fuera tuyo. Has hecho de todo para que suceda. Algunas cosas que, observadas desde la calma, te hacen sentir incómodo porque te sientes ridículo, desesperado, como si hubieras quedado en evidencia. Tienes la sensación de haber forzado la máquina al máximo para conseguirlo. No es que hayas hecho nada que creas que esté mal, pero notas como si hubieras querido vulnerar alguna especie de "ley natural" para cambiar las cosas, como si hubieras intentado romper una "maldición" que te persigue insistiendo en algo para que se materialice... Has tirado de unos hilos que no te han llevado a donde quieres llegar y han puesto en marcha mecanismos que no son los que querías activar. Has jugado con las causas para generar efectos y sigue sin suceder eso que deseas o sucediendo de mil formas que no son tu forma anhelada.

Desde siempre te han dicho que si quieres algo debes ir a por ello e intentar lograrlo. Que no puedes esperar a que suceda, tienes que hacer que suceda. Sin embargo, a pesar de que está bien cambiar tu forma de actuar para transformar tu realidad, hay algo que no te encaja. No puedes incidir en todo. De hecho, sientes que no puedes incidir en casi nada. Hay largas temporadas de tu vida en que casi "las ves venir" y las encajas con más o menos elegancia. Aceptas y decides seguir. Te adaptas y adaptas lo que puedes en tu entorno. Caminas a tramos. Corres largos trechos y luego te paras. Y, a veces has conseguido avanzar y otras estás casi en el mismo sitio. Hay muchas cosas que no dependen de ti. Incluso en muchas ocasiones parece que cuanto más te empeñas en algo, más se aleja. Y no puedes evitar insistir porque te programaron para ello y te dijeron que resistieras, que persistieras, que no te dieras jamás por vencido...

Y ahora, parado en un recodo del camino, respirando lento y pausado, observando ese dolor inmenso que notas en el pecho, esa angustia por no haber llegado a donde querías llegar, esa sensación de vacío tremenda por no estar bien contigo porque no sientes que seas quien deberías ser... Esa infelicidad gigante fruto de que no pase lo que quieres que pase y crees necesitar... Te das cuenta de que tal vez no importa si llegas, importa si estás, si eres. Que no se trata de que no intentes conseguir lo que deseas ni de que te dejes la piel en ello, se trata de que te sientas bien contigo y luego decidas qué haces. A ver qué pasa. Sin culpas. Sin desesperación. Sin reproches. Sin más brújula que las ganas. Y si pasa, genial. Y si no pasa, que no pase nada... Que no sientas que te mueres, que no existes, que no vales, que no mereces...

¿Y si eso que necesitas que pase no pasa nunca? ¿Y si te quedas prendido en este momento de tu vida esperando a que suceda y no ves nada más?

¿Y si es esa angustia la que te mantiene atado y hace que no suceda? ¿Y si decides ser feliz con lo que hay en tu vida aunque no pase?

¿Y si decides que te valoras a ti mismo sin tener eso y sigues deseándolo igualmente? ¿Y si haces lo que está en tu mano para conseguirlo sin pensar que si no lo consigues no vales nada o no lo mereces?

Está bien que quieras que te pasen cosas buenas o esas cosas que tú crees que son buenas. Por supuesto. Y no hace falta que te gusten las otras, las "malas", las que te hacen sentir angustia, tristeza, dolor, miedo. Las que te hacen sentir pérdida, desarraigo o vacío. Pasarán, porque la vida es un poco de todo, un vaivén crudo y delicioso, un baile con la incertidumbre constante. Cuánto más rígido te pilla ese baile, más difícil es mantener el ritmo. Cuánto más nos resistimos a lo que pasa, más tiempo y espacio ocupa en nuestras vidas.

Tenemos derecho a enfadarnos y sentirnos tristes y rabiosos porque no pasa lo que queremos que pase y lo que nos pasa nos duele y no deja rotos. Podemos sentir el dolor de la decepción y en desengaño, de la injusticia... Podemos pelearnos un rato con la vida para luego volver a darnos cuenta de que esa pelea es estéril y absurda y nos mantiene atados al dolor y al miedo del que queremos huir. No lo digo solo porque todo lo que nos sucede es un aprendizaje valioso que nos ayuda a liberarnos de creencias y heridas. Lo digo porque al final solo nos queda hacer lo que realmente está en nuestras manos y seguir.

No podemos forzar a nadie a que nos ame si no nos ama. No podemos hacer que nos vea ni nos preste atención si no quiere prestarnos atención porque no le importamos suficiente.

No podemos hacer que nos valoren en el trabajo si las personas que nos tienen que valorar no saben, no nos reconocen, no ven las cosas del mismo modo que nosotros.

No podemos cambiar a los demás... No podemos vivir pendientes de nadie y de si nos ve o nos valora, de si se decide a darnos un lugar en su vida o no. Podemos decirles a los demás qué sentimos, qué estamos dispuestos a aportar a esas relaciones, qué necesitamos y dejar que decidan su parte mientras hacemos nuestro camino... No podemos dar de más esperando recibir una migaja.

Podemos ponerlo todo de nuestra parte para conseguir lo soñado, pero no podemos negarnos a nosotros mismos, ni arrastrarnos. No podemos hacernos daño mientras perseguimos un sueño. No podemos rompernos esperando a que otra persona por fin nos haga el caso que le pedimos y recomponga las piezas en las que nos hemos desgajado mientras esperábamos sus palabras y sus gestos.

Al final, es ver lo que pasa y aceptar aunque moleste. Sin que eso te impida soñar que cambia y hacer lo posible para que cambie, pero que no te haga creer que cambiarlo te hace mejor, ni más digno. Ni que tu paz depende de que todo sea de distinto.

Que la felicidad no dependa de lo que pasa en tu vida, que no sea necesario nada concreto para que tú sientas que mereces lo mejor, que eres digno, que eres valioso...

Así no necesitas que brille el sol para estar bien y eres feliz también bajo la lluvia.

Y tampoco necesitas que llueva para estar en paz aunque lo deseas.

Porque cuando pase el tiempo y no suceda eso que deseas que suceda tal vez te dará lástima, pero no sentirás que tu valor como ser humano dependa de ello... Podrás amarte a ti mismo en la riqueza y en la pobreza... En la salud y en la enfermedad... Podrás caminar por tu desierto particular sin sentir que el desierto eres tú. Podrás comprender de una vez por todas que tu valor no depende de lo que consigues porque tu valor es inherente a ti y solo tiene que ver con lo que eres.

Por qué tal vez eso es lo que te está limitando realmente y es lo que te lleva a quedarte siempre a un paso de lo que sueñas. No es que no hagas suficiente para conseguir tus sueños, es que no te crees suficiente para ellos.

Así podrás ser feliz sin necesidad de que pase nada concreto, porque sabrás que te lo mereces.

Fuente: https://mercerou.wordpress.com/2023/05/30/y-si-no-pasa-lo-que-quieres-que-pase/

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