Revista Diario

¿y si no tienes ninguna vocación?

Por Emmaamme

Hay personas que desde muy jóvenes saben a lo que quieren dedicarse. Que vayan a por ello o no, es otra cosa. Pero saberlo, lo saben. Yo no soy de ésas. Hasta hace poco CREÍA que todos teníamos una vocación, un tipo de trabajo que nos pertenecía…, un ganarnos la vida que nos ganara el tiempo y no que nos lo hiciera perder. Y sigo estando de acuerdo, pero erraba en una cosa: que tuviera que ser sólo UNO.

No sabía hacia dónde ir. Por qué luchar. Qué sueño cumplir. Lo único que tenia claro era dónde no quería seguir. Pero claro, ¿qué ocuparía ese lugar si me iba? ¿Hacia dónde dirigirme? Me pasé meses en mi trabajo ‘esperando’ que mi corazón me diera alguna señal. Sentía que aquél ya no era mi sitio. Llegó un momento en que la espera me desesperaba porque nada llegaba. Estaba cómoda allí, me llevaba bien con mis compañeras, un buen sueldo, un futuro garantizado. Una estabilidad indefinida. 

Había experimentado muchos cambios internos. Muchos despertares… Lo ‘seguro’ ya no me servía. No era suficiente para ser feliz. Así que tenía dos opciones: o me lanzaba al vacío, me iba con una mano delante y otra detrás, o me quedaba donde estaba con la esperanza de que algún día me cayera del cielo la respuesta. Decidí irme. Decidí aparcar los miedos y hacer caso a mi corazón, que no paraba de gritarme que me fuera, que confiara, que para que se abriera mi camino debía dar un paso yo. Decidí saltar.

Y aquí sigo sabiendo que no sé y sin necesidad de saber más. Antes, este tema me quitaba la paz porque no podía moverme hacia ninguna dirección. Y el hecho de estar parada (en todos los sentidos) era como un pecado. Aunque me lo pudiera permitir, mi mente no lo hacía. TENÍA QUE trabajar sí o sí. Pero, ¿en qué?. Ya no podía (emocionalmente) trabajar por trabajar, en cualquier cosa. En algo que no me llenara.

Hasta que sentí: ¿y si mi vocación es MULTI? ¿Y si no tengo por qué elegir? ¿Y si mi misión actual es no tener ninguna y simplemente caminar…? Entonces, eché un vistazo a cómo había transcurrido mi vida, a cómo era mi personalidad y entendí, y lo más importante, ACEPTÉ, que mi vocación era un conjunto de vocaciones. Que estaba dividida en varias funciones y que su UNIÓN hacía mi ‘fuerza’. Y me LIBERÉ de esa presión que me había autoimpuesto. Era libre para ser lo que quisiera, para cambiarlo cuando quisiera y para ‘no ser’ nada cuando así lo sintiera.

Me aburro mucho de las cosas. Cuando hay algo que me remueve, lo doy todo desde el segundo 1. Me pongo en acción. Y cuando ya no tiene nada para mí, lo suelto sin más. No me quedo enganchada a eso y lo sigo haciendo ‘por hacer’. Lo dejo y empiezo (o no) otra cosa. Esto nos pasa a todos pero no a todos en la misma medida. Esta forma de sentir me ha costado aceptarla también. Porque no lo consideraba ‘normal’ (¿qué es normal?). Porque nada se quedaba, permanecía (excepto yo sin el ‘yo’). Porque también me pasa con las personas, lo que dificulta mucho las amistades ‘para toda la vida’. O las amistades, sin más. Llega un momento que siento que ‘ya no’ y soltar a alguien con quien parecía que ‘ésta sí que será duradera’ no es fácil. Sobretodo al principio. Ahora no pongo expectativas en nada ni en nadie. No veo futuros, sólo vivo presentes. Y aunque haya algo de dolor en la transición (en el duelo), cada vez es menor. No me resisto al cambio. He pasado por muchos y he comprobado que ‘lo que tiene que ser, es’ para algo. Y que ese ‘para algo’ es mucho ‘mejor’. Confío plenamente (y agradezco) en lo que soy, en lo que tengo, en lo que seré y en lo que tendré.

Me gustan muchas cosas pero ninguna ‘lo suficiente’. Escribir, trabajar con niños, pasar consultas… Está todo como muy ‘en el aire’. No hay nada concreto. Es un ‘sí, pero no…’ continuo. En una carta astral que me hice me dijeron que hasta los 53 años me sentiría así. Tengo 38… 

He aprendido muchas cosas en el ‘transcurso’ GRACIAS A. No me ha quedado otra si no quería sufrir (para que luego digan que el sufrimiento no sirve para nada…). He aprendido a vivir el momento, a estar aquí y ahora, a confiar, a aceptar, a soltar, a parar, a que no suceda nada aunque esté sucediendo todo, a descubrirme, conocerme, intimarme, escucharme, cuidarme y Amarme. He aprendido que los planes ya los tiene hechos la vida para ti. A caminar sin suelo. A no decirle al viento hacia dónde tiene que soplar. A que todos los actos de mi vida cobran sentido en un instante. A abrir el Corazón a lo que tengo delante. A SABER que la meta soy yo misma. A reconocer la perfección de las cosas ‘tal y como son’. A bailar con mis sombras. A abrazar lo desconocido. A disfrutar de mi Presencia y de mi Ausencia. A convivir con mis dudas, mis incertidumbres, mis miedos, mis juicios, mis condenas, mis tristezas, mis vacíos y mis soledades. A preguntarme menos. A no necesitar respuestas, razones, por qués y para qués. A encontrarme sin buscarme. A SENTIR. He aprendido que no me faltaba nada sino que me sobraba casi todo. He aprendido que me queda todavía mucho por aprender…

Estoy en un momento en el que no me preocupan las vocaciones. En el que me he comprometido a ser yo misma (me guste o no), lo cual implica un no-compromiso con el resto del mundo (incluída ‘yo’), un no dar palabras que se las pueda llevar el viento. En el que los siempres, los nuncas, los éxitos y los fracasos, han sido tachados de mi vocabulario. En el que mi principal dedicación es SER UNA HACEDORA DE SENTIRES. Ilimitados. Infinitos. Donde lo que hoy me apasiona, mañana puede no provocarme ningún interés. Donde lo que ahora es SÍ, en 10 minutos puede ser NO. Donde si me tengo que bajar del tren, me bajo. Y si me apetece volver a subirme, me subo. Donde nada está bien o mal ni todo lo contrario. Y donde el ‘sueldo’ que recibo no cabe en ningún bolsillo porque no tiene precio: FELICIDAD, aunque a veces sienta que no la siento.

SER UNO MISMO no es fácil, pero es lo mejor que te puede pasar.

Como dijo Louis Armstrong:

<< No puedo hablarte del jazz. Lo conoces al oírlo>>

Yo tampoco puedo hablarme de Quién Soy, pero cuando me ESCUCHO… me SÉ.

Y como dice mi padre: 

” Y el que venga detrás, que espabile”

Y como digo yo:

” Y que me quiten lo bailao”


Archivado en: DIARIO EM: DONDE EL CORAZÓN ME LLEVE Tagged: sentir, ser

¿Y SI NO TIENES NINGUNA VOCACIÓN?
¿Y SI NO TIENES NINGUNA VOCACIÓN?
¿Y SI NO TIENES NINGUNA VOCACIÓN?
¿Y SI NO TIENES NINGUNA VOCACIÓN?


Volver a la Portada de Logo Paperblog