Revista Psicología

¿Y si todos somos maltratadores?

Por Saval

Hace ya algunos años vino a la universidad una trabajadora de un centro de atención a mujeres maltratadas. Dijo que allí solamente trabajaban mujeres. Aquello me chirrió un poco así que le pregunté si eso suponía que un hombre que tuviese la mejor formación/preparación para el puesto sería descartado por el mero hecho de ser hombre. La respuesta fue: “sí, no hay excepciones”.

Todavía hoy cuando me siento a escribir sobre violencia machista siento que estoy invadiendo un lugar que no me pertenece, que es un terreno espinoso y que, al ser hombre, puedo molestar a las mujeres. Pero durante el último mes ha coincidido que he tenido contacto personal con chicas (jóvenes todas ellas) que han vivido situaciones de maltrato. Una de ellas, incluso, me agradecía que a través de algunos posts se había dado cuenta de que estaba siendo maltratada y decidió denunciar su caso. Varias de ellas me instaban a escribir.

Es fácil entender que en un lugar donde se acepta con abrumadora tolerancia que el presidente del gobierno diga: “Por muy duras que sean las discusiones en casa, nunca se pueden romper los lazos que nos unen” la violencia que sucede en la casa o en la pareja se conceptualice como “privada”. Podemos preocuparnos como sociedad por el terrorismo, por algunas enfermedades o por algunos tipos de criminales. Pero es difícil observar alerta en un barrio porque peguen a una mujer o en una clase porque a dos compañeras sus novios no les dejen salir. Ha habido buenas campañas respecto a ello pero aún falta mucho por hacer. De hecho las encuestas que se realizan a adolescentes no son muy esperanzadoras que digamos.

Personalmente creo que hay tres partes sobre las que enfocar la educación/prevención.

El chico. Evidentemente la principal.

  • Superar los celos.
  • Controlar su ira.
  • Entender a la chica como un igual y no como un objeto de su pertenencia.
  • Pedir ayuda si siente esos impulsos.
  • Mejorar su personalidad para que no necesite pisotear para sentirse por encima.

La chica. La víctima que necesita ayuda externa pero también ayudarse a si misma.

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La sociedad. El contexto que favorece la violencia.

  • Fomentar una enraizada intolerancia hacia el maltrato.
  • Un rechazo consistente a actividades que, pareciendo inofensivas, son gravemente intolerantes con la libertad de la mujer (los whatsapps de antes).
  • Desterrar por completo el concepto de pareja como ente lleno de límites que coarten la libertad.

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Si tu pareja (o tu ex) conoce a otra persona mejor, te jodes. O te alegras, porque va a ser más feliz. Que al final el amor consiste en eso. En querer ver a quien queremos, feliz.


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