2050 las calles de Madrid parecen un polvorín, está tomada por la policía y los manifestantes. Parecerque hemos vuelto al siglo XIX. Si nos atenemos a la situación laboral, casi hemos estamos en las mismas. Ya no hay horario, no hay convenios colectivos, nos olvidamos de las vacaciones, hay que ser el mejor, hay que joder al compañero. Todo por uno mismo. No protestes, no metas bulla, si lo haces estarás en la calle, tus hijos no tendrán qué comer, perderás la casa, harás el ridículo ante tus hijos, “perderás tu vida”.
Pero ha llegado todo muy lejos. La sanidad cada día es peor, no podemos pagarla. La educación lo mismo, deben pensar que es más fácil hacer borregos de incultos.
Hace 40 años, hubo quien no quiso conformarse. Hubo quien no se creyó eso de que cuando la crisis escampe, viviremos mejor. Poco a poco, fueron tejiendo redes alternativas. Clases de apoyo, actividades culturales, compartir los libros de texto, poco a poco esa red ciudadana ha ido creciendo. Se impone la solidaridad, no la caridad. Cada vez hay más personas que van a los debates, no nos gusta esta sociedad. Se echa la mirada atrás y uno se da cuenta de cómo caímos en la trampa, de que en el momento en el que se deja de reinvindicar una mejora en los derechos, en ese momento es cuando el capital, arrecia, mientras nos atontan con los mensajes publicitarios, la política se pervierte, es un gran marketing, incluso y nos damos cuenta de que fue entonces, cuando tuvimos la oportunidad de retomar el camino de volver al punto en el que una sociedad mejor para todos, era lo importante.
El poder lleva tiempo queriendo pararnos, nos llaman subversivos por no aceptar sus reglas y ese lugar que nos reservan, callados, míseros. Tampoco le gusta que estemos construyendo otra sociedad al margen, nos llaman disidentes, nos persiguen, nos ponen trabas.
Decidimos que ya era hora, ¿el derecho de manifestación era legítimo, os acordáis? también la huelga. Vamos a hacer una. Uy, ahora es ilegal. Dicen que oponerse a ello es de terroristas.
Hace diez días declaramos la huelga general, salimos a la calle, nos han echado encima a la polícia, al ejército. Estábamos quietos, con nuestras pancartas, nuestros gritos. Un policía se puso nervioso. Otro le estornudó en el cogote, se le disparó el arma… aquello se convirtió en una guerra campal…
Estaba sudando, me desperté con pesadillas, ¿cómo podemos dejar que nos hagan esto? ¡Mañana es día de huelga! Vamos a no dejar que las cosas lleguen a esos extremos, vamos a reivindicar lo que nos corresponde, aunque antes, habrá que parar la sangría en la que se está convirtiendo esta política que el que se dice partido socialista ha usurpado al PP. Uf… menos mal que este ¿y si…? no se ha cumplido… ¿o sí?