Revista Sociedad

¿Y si yo no quiero la independencia?

Publicado el 07 septiembre 2013 por Jordi Martinez Aznar
¿Y si yo no quiero la independencia?Cuando cada vez falta menos para la Diada del 11 de septiembre. En apenas unos días es más que probable que volvamos a ver imágenes como las del año pasado en Barcelona, donde más de un millón de personas salieron a manifestarse por las calles de la capital catalana a favor de la independencia y del tan cacareado derecho a decidir. Sinceramente, en todo el tiempo que hace que vengo escuchando lo del derecho a decidir ya estoy algo cansado de esta y otras consignas independentistas. Tras aquella manifestación, no pocos llegaron a la conclusión, la cual han intentado inculcar a sus adeptos, que el millón y medio de personas allí reunidas equivalen a Cataluña entera. Desgraciadamente, muchos se creyeron esta consigna, y fuera de las fronteras catalanas, no pocos creen que todos los catalanes queremos la independencia y que España deje de tocarnos las pelotas, con perdón de la expresión. Y no es así. Yo mismo, me siento tan orgulloso de ser catalán como de ser español, cosa, esta última que hará que a más de uno le chirríen los dientes, lo cual, sinceramente, me la sopla, y bastante.
Desde hace días, y hasta más allá del día de marras, muchos han hablado sobre la libertad de los pueblos. No han parado de repetir, y lo harán hasta la saciedad, que Cataluña vive subyugada a España, el cual consume todos nuestros recursos, comenzando por los económicos, y que sin ella, los catalanes viviremos mejor. Bueno, más que mejor, mucho mejor. Según esta panda de iluminados, una vez hayamos conseguido la independencia, se acabará el paro, la prima de riesgo (cosa sobre la cual hasta hace poco no había oído hablar ni el tato) bajará a niveles históricos, habrá trabajo para todos y la economía irá viento en popa. Eso por no hablar de cosas como que la ONU no tendrá más huevos que aceptarnos en sus filas porque sí, porque somos así de guapos y así de chulos. Y la opinión pública internacional nos aplaudirá allá donde vayamos y besarán el suelo por donde pasemos, no sin antes hacer como con los antiguos faraones: echar pétalos de rosa por el suelo que vayamos a pisar.
¿Y si yo no quiero la independencia?Sinceramente, cada vez que escucho a gente como Oriol Junqueras, líder de Esquerra Republicana de Catalunya, hablar del futuro independiente de Cataluña como si fuese una realidad, no puedo evitar dibujar una sonrisa en mi cara. Es de los que ve todo de cara. El hecho de que lo vea todo de manera tan fácil hace que me lo imagine como aquel niño rico que se cree que conseguirá todo lo que quiera porque hasta ese momento nunca se le ha negado nada. Está convencido que todo lo que pida se lo darán y no entiende cuando se le niega alguna cosa. En este caso, él y otros muchos están convencidos de que lo de la independencia será dicho y hecho. Que el mundo entero nos recibirá con los brazos abiertos mientras se pregunta cómo ha podido vivir sin nosotros durante tantos años, que cómo el mundo ha podido sobrevivir sin una Cataluña independiente. Tantas y tantas cosas, en definitiva.
Pero hay algunos, que de haberlos haylos, como las meigas, que lo de la independencia, nos la trae más bien floja. Yo personalmente tengo meridianamente claro que votaré que NO en una hipotética consulta, se haga cuando se haga, sea el año que viene o dentro de cinco, y me consta que hay no poca gente que hará lo mismo que yo. En este caso, no puedo evitar que me fastidie que haya gente intransigente que, porque pueda pensar diferente a ellos, comiencen a mirarme mal. En fin, ellos sabrán...

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