Nuestros amigos Javi y Bibi, de www.lovelyplanet.es cuentan cómo fue su increíble viaje alrededor del mundo, una experiencia enriquecedora que seguro le pondrá los dientes largos a más de uno…
¿Dar la vuelta al mundo es una locura? ¿Una imprudencia? ¿Una insensatez? Actualmente mucha gente lo ve así pero afortunadamente esta tendencia está cambiando. Cada vez hay más gente que lo ve como nosotros: un sueño, una experiencia irrepetible y enriquecedora.
Podemos definir un viaje de estas dimensiones con un antes, un durante y un después.
Parece que fue ayer cuando nos sentamos a elaborar nuestra ruta. No es fácil decidir qué lugares visitar. De hecho, la ruta va cambiando durante el viaje, lo mejor de un viaje así es la capacidad de improvisación para elegir el siguiente destino. Cuánto tiempo, cuánto dinero, meter la casa en la mochila y si a todo esto le sumas vender el coche, hacer una mudanza, dejar los trabajos, despedirte de todo el mundo…la bola se va incrementando.
Finalmente llega el día que partimos a recorrer el mundo. La primera etapa del viaje es Suramérica, continente del que nos marchamos fascinados con sus impresionantes paisajes gracias a lugares como el Machu Picchu en Perú, el Salar de Uyuni en Bolivia, el Perito Moreno y el Chaltén en Argentina o Torres del Paine en Chile, lugar donde sufrimos la dureza del clima patagónico realizando un espectacular trekking de cuatro días.
Después de tres meses intensos en los que fuimos objetivo de intentos de robo, aparecimos en callejeros viajeros viendo las ballenas de la Patagonia, sufrimos un accidente de autobús en la famosa ruta 40, realizamos una entrevista de radio en Buenos Aires, casi morimos ahogados en un pozo de cemento o pasamos las primeras navidades lejos de nuestras familias necesitábamos unas vacaciones.
A pesar de que a mucha gente le extraña, en un viaje largo necesitas de vez en cuando unas vacaciones dentro de las vacaciones. Nosotros elegimos la enigmática Isla de Pascua y sus Moais y le idílica isla de Moorea en la Polinesia Francesa para recargar pilas. ¡Recargadas!
Cambiamos de continente y llegamos a Oceanía, Nueva Zelanda y Australia son dos países idóneos para recorrerlos en caravana y así lo hemos hecho. La libertad de parar donde y cuando quieras en paisajes sublimes es algo único. Además nos acompaña nuestra caravana, llamada Jimi Hendrix que es muy buena, que nos lleva donde queremos y que exitosamente esquiva el terremoto de Christchurch en Nueva Zelanda por los pelos. Eso sí, del huracán más grande de la historia de Australia (huracán Yasi) no nos libramos y pasamos momentos de angustia conduciendo por ríos en la costa este australiana.
Después de una semana mágica en una de las mejores ciudades del mundo en nuestra opinión, Sidney, llegamos a Asia y parece que hayamos cambiado de planeta. Sólo llegar a Djakarta, capital de Indonesia, el caos, los olores fuertes, la gente y sobretodo un durísimo autobús de 17 horas estropeándose, sin asientos, con gallinas, motos, cajas y todo lo que uno pueda imaginar hace que pensemos: “Welcome to Southest Asia!”.
Sin embargo a todo uno se acostumbra y te acabas quedando con que la comida es riquísima, la gente es muy amable y siempre acabas encontrando un paraíso para recuperarte. En nuestro caso lo encontramos en Rantepao, un lugar que no dejará indiferente a nadie debido a los Tana Toraja, una cultura que se basa en la muerte como una celebración.
Después de Indonesia nuestro destino era Japón pero dos días antes de volar lo cancelamos. ¿El motivo? El tsunami y los escapes nucleares. Con pena decidimos dirigirnos a China, donde nos encontramos a una población un poco antipática rodeados de lugares increíbles como son las ciudades de Hong Kong, Shanghái o Pekín, la Muralla China o los famosos guerreros de Xi’an entre otros muchos lugares.
De China nos marchamos con mucha alegría por dos motivos. El primero es que abandonamos el país en el que con mucha diferencia es más difícil viajar por cuenta propia debido al carácter de los chinos y la barrera del idioma. Sin embargo, el principal motivo es que un tren de 40 horas pasando por puntos de 5000 metros de altura nos llevará al techo del mundo, el Tíbet uno de los lugares más auténticos del planeta por la calidad humana de su población, por el palacio Potala de los Dalai Lama que nos deja sin aliento y sobre todo por sus increíbles paisajes montañosos a los pies del monte Everest, increíble.
De la espiritualidad del Tíbet llegamos al caos de Katmandú. Sólo hemos conocido un país más caótico que Nepal, la India, pero como en todo país siempre existe un paraíso, en el caso de Nepal lo encontramos en Pokhara y sobre todo internándonos en el corazón de los Himalayas realizando el trekking Poon Hill. Es increíble lo pequeño que te sientes ante la majestuosidad de esta cadena montañosa.
La llegada a Myanmar supone valorar mucho a sus habitantes, debido a que a pesar de haber sufrido una dictadura de decenas de años, nos encontramos una población alegre, simpática y que no tienen nada pero te lo dan todo. Podríamos haber estado meses deleitándonos con los templos de Bagan o con la tranquilidad del lago Inle, un lugar que parece anclado en el tiempo. Sin embargo nuestro viaje se acaba y necesitamos otras vacaciones dentro de las vacaciones. ¿Dónde lo elegimos? Tailandia es un lugar muy turístico pero ofrece playas de ensueño y una comida deliciosa, un destino ideal para relajarnos en un bungaló a orillas de playas de color azul turquesa. ¡Allá vamos!
Como la Tierra es redonda, por mucho que avanzamos, acabamos llegando al punto de origen, Barcelona. Ahora, con nuestra vida restablecida pensamos: “¿Realmente lo hemos hecho?”. A partir de ahora, en esos días nostálgicos siempre tendremos cinco minutos para ver el resumen del que fue nuestro sueño y siempre podremos pensar: “No llores porque acabó, sonríe porque sucedió.”
En el vídeo de abajo puedes seguir los pasos de Javi y Bibi en un pequeño resumen de su viaje: