Revista Educación

¡y vuelta la mula al Trigo!

Por Juancarlos53
¡y vuelta la mula al Trigo!

Creíamos que teníamos todo controlado. Es evidente que esta creencia no se avenía con el concepto de la denominada Nueva Normalidad. Si la normalidad se entendía como novedosa ¿cómo coños íbamos a tener todo controlado? Esa creencia es propia del pensamiento antiguo. Está claro que el COVID19 amén de mal bicho ha venido para poner boca arriba todo, todo. Valga hacer un breve repaso:

Todos esperábamos como consecuencia del lógico control en que todo estaba que hubiese algunos rebrotes puntuales. ¿Algunos? Pero ¡cómo, si a principios de mes ya rondábamos los 600 y hoy mismo andamos por los 1181 focos la mayoría de estos de categoría comunitaria, o sea, incontrolables!

Todos confiábamos en esa juventud que tan bien se portó con sus vecinos durante el confinamiento haciendo la compra a los mayores, ayudando en las asociaciones y/o parroquias que repartían comida a familias necesitadas… ¿Y ahora? Pues ahora -parece- son responsables de no pocos contagios al participar en  botellones multitudinarios o en after hours en los que gentilmente el Dj de turno rocía con bebida alcohólica expelida desde su boca a un sediento auditorio juvenil que lo jalea hasta la afonía demandando más y más de esa botella de la que él bebe.

Todos confiábamos en las instituciones deportivas que -decían-celebrarían sus triunfos con alegría no comunitaria como hizo el ganador de la liga de este año. ¿Todos lo hicieron? Para nada. Clubs ha habido que por ascender de categoría han salido en  manifestación multitudinaria a festejarlo. Al menos los fracasos españoles en la Champions nos han librado de posibles focos de contagio.

Y para mostrar que la Nueva Normalidad rompe con todo lo esperado por unos y por otros incluso la más alta representación del Estado, el Rey que trajo la Democracia a nuestro país se encandiló de unas faldas y como un perrito -mas bien un monito- fue olisqueando y bailando al son que le marcaba la mujer que le comió el seso y le hizo perder la  cabeza olvidando que su vida privada no podía ni debía cargarse la de todo el Reino. Olvidó que la buena fama tarda mucho en asentarse, y que la mala se gana con una mera acción, incluso sin haber sido confirmada aún judicialmente.

¡y vuelta la mula al Trigo!

Sí, verdaderamente habíamos olvidado que la Nueva Normalidad no puede atacarse con los mismos presupuestos que la anterior. Si así fuera, para ese viaje no habríamos necesitado de ninguna alforja y menos aún de un largo y desabrido confinamiento del que nos decían en televisivas homilías programadas que nos harían mejores. Permítanme que, visto lo visto, lo ponga en duda. Volvemos donde estábamos. O casi.


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