Y en cuanto pasa el día de la lotería y comprobamos que otra vez no nos ha tocado el gordo, echamos la vista a adelante y nos tropezamos de bruces con la Nochebuena. Corremos hacia ella con un spring estresado, zigzageando entre los centros comerciales y salvando los obstáculos del hipermercado iluminado para la ocasión. Con la lista de la compra en una mano y la carta de los Reyes en la otra, afrontamos el maratón final hacia la cita de la peluquería y el puñetero amigo invisible que otra vez se nos evapora entre los villancicos. Los niños ya están de vacaciones pero en el trabajo muchos se han marchado de días libres y los que quedamos trabajamos por dos. La ciudad es un completo atasco y el estómago me empieza a doler antes de que haya comido el primer polvorón. En la mesa de Nochebuena no se cabe, somos demasiados y el vecino me clava el codo. Haya paz en la tierra para los hombres de buena voluntad. Y también para las mujeres. Feliz Navidad.
PD: Un amigo me envía esta felicitación que os remito. >Animo,que, aunque no estamos en el final de la crisis... ni en el comienzo del final de la crisis... por lo menos ya estamos en el final del comienzo de la crisis (ahora empieza el inicio de la continuación de la crisis)>