Mi libro ya se codea con los grandes. Para mí es un placer verlo compartiendo escaparate con los grandes, el sueño que acariciaba cuando comencé a escribirlo. La mayor recompensa para un escritor es ver su obra al alcance de cualquiera que se detenga a mirarla, hojearla, tocarla...
Esto se lo debo a algunos magníficas personas que forman parte del mundo de los libreros, y que conocen perfectamente las limitaciones y dificultades que encontramos los escritores primerizos en nuestro afán de darnos a conocer. Es imposible competir, por ejemplo, con la nueva obra de Paulo Coelho, que aparece en cada escaparate y cada stand de novedades con la persistencia de lo que es: una obra con grandes aspiraciones, y con un enorme y costoso trabajo de marketing a sus espaldas.
Mi obra es buena. Solo tiene que darse a conocer, y llegará a estar entre las grandes. En mi camino como escritor principiante, del mismo modo que he encontrado libreros agradables, simpáticos e implicados, tambien he encontrado la otra cara de la moneda. Libreros que no son otra cosa que empleados, o empresarios, sin ningúna vocación ni entusiasmo en su trabajo, contra los que no se puede hacer absolutamente nada. He visto mi libro relegado a rincones olvidados, e incluso sin exponer. Imagino que si yo fuera Paulo Coelho, o Perez-Reverte, se desvivirían en agasajarme buscando el tan ansiado beneficio económico. Pero el caso es que no lo soy...
Un consejo a todos los que, como yo, intentan abrirse camino en el complicado mundillo editorial: No os desanimeis. Si vuestra obra es buena, superará todas las barreras que este tipo de "personas" imponen. Algún día, vuestra novela, o vuestro poemario, se abrirá paso hasta hacerse un hueco en todas las librerías. Hasta entonces sólo queda aguardar. Paciencia y libros, es todo lo que nos queda. Y no es poco.