No, en serio. ¿Qué más me da a mí? Y además, no me enfado. Pues claro que no me enfado. Sería absurdo. ¿Por quién me tomas? ¿Por un niñato que si no le hacen caso patalea? Ya soy mayorcito, tirando a talludo, como para entrar en esas tonterías. Es lógico que cuando uno da un consejo sin que se lo pidan, puedan no hacerle caso. Lo entiendo. ¡Hombre! Gracia tampoco me hace, no te voy a engañar. Un poco si que me ha molestado, pero, como te molestaría a ti. ¿O me vas a decir que a ti no te molestaría? Uno, quieras que no, tiene su corazoncito y cuando hace algo de buena fe, pues le gusta que le hagan caso. Y no te creas que no considero que pueda estar equivocado. ¡Claro que sí! Me puedo equivocar. Aunque, sinceramente, en esta ocasión no lo creo. pudiera ser, pero no lo creo. Uno ya tiene un recorrido en la vida y las ve venir, así que no creo estar equivocado, pero todo pudiera ser.
¿Qué por qué tengo esta cara de vinagre? No, no es por enfado, de verdad. Pero uno se va cansando ya de ir de bueno por la vida, porque yo estas cosas las hago sin esperar nada a cambio, ya me conoces, es que de bueno que soy, soy tonto. Lo que tengo que hacer es pensármelo dos veces antes de hablar y luego, estarme calladito, que en boca cerrada no entran moscas. ¿Qué me dará a mí si metes la pata a o no? Ese es tu problema y yo al final ni dado ni agradecido. Lo que pasa es que no puedo. Tengo el corazón más grande que el pecho y así me va. Ya me lo decía mi madre – A ti lo que te pasa es que tienes un corazón que no te cabe en el pecho – Sí, mi pobre madre, ella si que me conocía bien. Pero claro, tú no tienes porque saber eso y es lógico que pienses que voy de sobrado dando consejos sin que me los pidan. Ya te digo que no, que no me enfado.
Luego está lo de Luis. Vale que no me hagas caso a mí, pero ¿a Luis? ¿A santo de que le tienes que hacer más caso a Luis que a mí? Ya, ya sé que lo conoces desde niño y a mí me conociste anteayer como aquél que dice, pero eso no me parece motivo suficiente. Y te digo desde ya que no es trigo limpio, que algo esconde cuando te dice lo que te dice. Lo que pasa que pone esa carita de no haber roto nunca un plato y lo cierto es que se carga las vajillas enteras. Pero bueno, tampoco quiero malmeter que ya sé que sois uña y mugre. Aunque seguro que él si te dice que no te fíes de mí, que yo sólo quiero lo que quiero. Tiene cara de eso, de matarlas callando. Así que eso sí, eso sí me ha dolido, que le hicieras caso a él y no a mí, pero no por celos absurdos, no. Ya te he dicho que no soy un niñato. Pero se ve de lejos que no va de buena fe. Ahora, tú haz lo que creas, por mí no te preocupes, yo ya estoy acostumbrado a que me paguen así mis desvelos, no me va a venir de nuevas. Y a estas alturas tampoco voy a cambiar, no sé si te he dicho que mi madre me lo decía siempre – A ti lo que te pasa es que tienes un corazón que no te cabe en el pecho. – Si es que como te conoce una madre no te conoce nadie.
Bueno, en definitiva: tú a tu bola, no te preocupes de mí y si quieres seguir el consejo de Luis en vez del mío ¡Allá tú! Por mí no te preocupes. Al fin y al cabo, ya estoy acostumbrado.