Cedió el turno a Luis de Guindos, el rey mago de la economía nacional, que desgranó un rosario interminable de “en términos de esto, de lo otro y de lo más allá”. En síntesis vino a decir que la economía española va como una moto, que el año que viene el PIB nacional crecerá hasta el 2% y subiendo y se van a crear casi 350.000 empleos. Consciente de que el lunes dijo en Australia que en el horizonte de la eurozona se ven las negras orejas del lobo de la recesión, hoy se sintió en la necesidad de matizar que de haber problemas no pasarán del próximo mes de diciembre. Así que, a partir de enero ya podremos amarrar los perros con longanizas. Porque dice el ministro que España ha corregido sus desequilibrios económicos internos y, por tanto, no hay que preocuparse demasiado de que a franceses, italianos e incluso alemanes empiece a rondarles la famosa recesión que, como decíamos ayer, es la misma que nos acogota a todos los que no somos banqueros o grandes empresarios desde que la crisis habita entre nosotros.

Echando números sale que en los cuatro años de legislatura del PP, en España se habrán destruido unos 400.000 empleos y eso sin contar la caída de la población activa representada por los españoles, comunitarios y extracomunitarios que han hecho las maletas en busca de un futuro mejor lejos de la “marca España”.
Si de Guindos fue el encargado de darnos las supuestamente buenas noticias macroeconómicas, de las malas se ocupó el rey mago de la Hacienda Pública y las amnistías fiscales, Cristóbal Montoro. Y aquí fue el crujir de dientes: enredado en un interminable rosario de “en términos de lo de acá y de lo de allá” nos confirmó la congelación del sueldo de los empleados públicos por quinto año consecutivo a cambio de elevar del 10 al 50% la tasa de reposición en servicios esenciales y devolverles una cuarta parte de la paga extra de Navidad que les chorizó en 2012 para cumplir el objetivo de déficit.
Los pensionistas, los pobres, sólo verán incrementada sus pensiones el año que viene el 0,25%, que es lo mínimo que despacha el famoso factor de sostenibilidad. Ni para unas pantuflas nuevas les va a dar el aumento aunque, eso sí, asegura el Gobierno que no es cierto que haya congelado las pensiones. El techo de gasto de las administraciones públicas cae el 3,2% porque – ya saben – España es un país serio y tiene que cumplir el déficit comprometido con Bruselas. En cuanto a su reforma fiscal, está Montoro tan abducido por el optimismo que reina en el gabinete de Rajoy que no duda en asegurar que la marcha imparable hasta la victoria final de la economía española hará que queden en nada los millones que no recaudará después de aliviar la carga fiscal a los más pudientes y a las empresas y hacer como que se la reduce también a los demás.
Como digo, en la comparecencia de los magos del trile económico y fiscal del país hubo muchos “en términos de” pero no recuerdo habar escuchado ni una vez “inversión pública”, “medidas anticíclicas” o “estímulos de la economía para reactivar el consumo, el crédito y la inversión y, en consecuencia, el empleo”. Y eso que el año que viene hay elecciones y cabía esperar, aunque solo fuera por arañar votos, que el Gobierno abriera un poco el puño del austericidio. O a lo mejor hablaron de eso pero yo me había quedado dormido y no lo oí soñando con los Reyes Magos de verdad.