Sigo corriendo por un lugar escarpado y no encuentro el camino de vuelta a casa. Dejemos las metáforas para después, o no, igual no.
No estoy triste, ya no. Ahora procuro sonreír muy fuerte cada día, esforzarme y pensar en las cosas en las que creo y me gustan, aunque sean cosas pequeñas. Llevo un tiempo detenida en la carrera, reflexionando mi siguiente movimiento, me pregunto si tal vez no estoy abusando del momento de reflexión. Creo que todo está yendo bastante bien -dentro de sus posibilidades- y me sigo quejando, claro, pero a veces creo que debería mirar hacia atrás porque hay gente que está peor que yo, o que tú.
Antes solía decir que estaba triste por una serie de cosas que no me salían bien (o como yo imaginé) y un día reflexionas y te dices a ti misma, que eso no es así. La gente no es feliz con “las cosas”, la gente se siente optimista en su interior, así que al final, lo que cuenta no son las cosas que consigas, sino cómo te sientas en tu interior. Hay gente que debería de sentirse (ser) feliz, y no lo son; yo pensaba cómo no es feliz? DEBERÍA serlo! Debería: Pero no lo es. Al final, no deberíamos pensarnos tanto las cosas y actuar, por dios santo! Es sólo que a veces, me cuesta tanto dar un paso hacia delante que he de meditar mucho antes de hacerlo, asegurarme que no se me van a hundir los pies en arenas movedizas, y eso: Es un problema.