Revista En Femenino

Ya no hay bebés en casa

Por Lamamadeunabruja @mamadeunabruja
Hace unos días tumbada en la cama entre niña y niña esperando a que se durmieran me puse a pensar y me di cuenta de que la etapa de bebés en casa había terminado, aunque la bruja pequeña siga siendo todavía muy pequeña ya es una niña y no un bebé, y cada día se nota más...
Este cambio natural ha ido marcado por avances que lo han hecho más evidente, ya os conté en junio que les había puesto las camas en la habitación juntas y aunque me acueste yo con ellas hasta que se duerman y muchas noches acabe yendo en alguna ocasión, se puede decir que duermen solas (acompañadas entre ellas, a veces incluso una casi encima de otra) pero yo me acuesto en mi cama e incluso más de un día amanezco en mi cama.
El hito más importante para mí en este camino ha sido sin ninguna duda la desaparición del pañal, también tuve un momento para contarlo aquí y aquí. Y aunque al principio costó un poco más que con su hermana es un tema ya totalmente superado y controlado, tanto por el día como por la noche. No tener que estar pendientes de cambios de pañal para papá y para mí ha sido un cambio brutal y es que prácticamente se nos juntaron los pañales de una y de otra y han sido 56 meses seguidos de limpiar cacas. Incluso los primeros días con los múltiples escapes lo prefería...
Hace ya dos semanas ha ocurrido el último paso y por cierto el que más nos ha costado a las dos: el DESTETE. No me ha dado tanta pena como me sucedió con su hermana pero aunque haya sido algo decidido unilateralmente me hace en algunos momentos no sentirme demasiado bien. Quería haber dedicado un post entero a este tema pero no encuentro nunca el momento y éste puede ser tan bueno como cualquier otro...
La cosa es que hacía un tiempo que para mí darle el pecho varias veces por noche había dejado de ser agradable y se había convertido en una obligación e incluso cuando me levantaba hecha una mierda por la mañana inconscientemente le culpaba a ella, cosa que cuando lo pensaba un rato después me hacía sentir mal y no me gustaba. La bruja pequeña básicamente sólo me pedía ya teta para dormirse pero algunas veces hacía algo que me sentaba cada vez peor que era pedírmela cuando yo estaba pendiente de alguien que no era ella, es decir, si venía alguna amiga a casa y yo estaba en la cocina charlando con la mamá de su amiga ella venía a pedirme teta, más bien a exigírmela, y reconozco que me sentaba a cuerno quemado.
Así que con todo el dolor de mi corazón por saber que ya no iba a dar el pecho nunca más (salvo accidente) decidí que era el momento de dejarlo. Por un lado la veía pequeña y me hubiera gustado que lo hubiera dejado ella solita, pero por otro estamos hablando de 29 meses y de los malos sentimientos que he comentado, así que un sábado decidí que se había terminado.
Las primeras noches fueron difíciles, ella me lo pedía y lloraba, yo me sentía fatal porque que dejara de llorar estaba en mi mano (en mi pecho para ser más exactos), pero no quería dar marcha atrás a la decisión porque sabía que en algún momento lo tendría que hacer y alargar la letanía no me iba hacer sentir mejor. Le expliqué que mamá le daría mimitos, besos y abrazos hasta que se durmiera pero que ya no había más teta, aunque fuera pequeña ella lo entendió aunque durante una semana manifestara su enfado por ello, empezó a necesitar echarse un poco encima de mí antes de dormir y ahora ya aunque sigue pidiendo teta antes de dormir, yo creo que por costumbre, ya lo hace casi riéndose.
Ha habido un antes y un después en lo que a las noches respecta desde el destete, las dos descansamos mucho mejor, ella se despierta menos y cuando lo hace sólo con ver que estoy a su lado se vuelve a dormir, así que aunque al principio lo pasé mal ahora no me arrepiento para nada de haberlo hecho.
Este fin de semana vienen unos amigos a llevarse la cuna y la trona que durante casi cinco años nos han acompañado en nuestro dormitorio y cocina respectivamente para su peque (la bruja pequeña ahora quiere comer sentada en una silla como su hermana), ya es lo último que nos queda en casa como recuerdo de esta etapa que acaba, una etapa que ha sido muy bonita pero que da paso a una muchísimo mejor, y es que ver crecer a mis dos niñas, verlas interactuar y jugar como dos amigas a mí me da la vida.

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