Por La Churro desde Chile
Hace aproximadamente un mes conocí a alguien. Guapo, inteligente, divertido, amable… Demasiado bueno para ser verdad, algún defecto debía estar oculto por ahí. Después de unos días que nos conocimos casualmente en el supermercado me invitó a su casa. ¡Uf! Un desorden terrible. Pensé: Bueno, esta era la “pifia” que estaba buscando, pero después descubrí que se escondía algo mucho peor.
En nuestra primera cita conversamos durante horas mientras compartíamos un mate. Entre tantas palabras mi mente no paraba de pensar “mmm parece que este es el hombre que estabas esperando Churrito”, así que una vez más quise convertirme en una niña buena y no tener sexo con él esa noche, quería conocerlo mejor y esperar, así ese hito sería más dulce.Costó pero lo logré. Aquel día solamente nos besamos.
La segunda cita fue aún mejor, conocí cosas de él que me fueron maravillando más. Nuevamente nos besamos y no hubo “cochinada”. Como era de esperarse, para la tercera vez ya no me aguantaba más, así que cargué mi cajita porta condones y me fui a su casa. Sí, el desorden no era su mayor defecto. ¡El sexo fue terrible! Un beso, mano en la teta, yo sin ropa, él dentro mío, mete-saca, eyaculación y fuera. Así de mecánico, así de fome. Él parecía un animalito satisfaciendo sus instintos, nada de pasión, de seducción, de conquista… sexo puro, vulgar y yo sin sentir una gota de placer ni mucho menos un orgasmo.
Pero tengo corazón de abuelita, así que luego pensé: Quizás estaba nervioso, ansioso, acumulado… le daré otra oportunidad, no puedo juzgar a tan buen hombre por una mala performance. Me deleitó aún más con la conversación que tuvimos en esa nueva cita, pero el resultado en la cama fue el mismo: Un beso, mano en la teta, yo sin ropa, él dentro mío, mete-saca, eyaculación y fuera. No me presta atención, no me lee, no me descifra, no le importa si lo paso bien o mal. Al parecer él lo disfrutó, pero para mí el piloto automático no funciona. Como ya me conocerán, nunca aprendo mis lecciones, hubo una tercera y cuarta oportunidad con el mismo mal resultado.
Sin embargo, todos los post-(mal)coito fueron extraordinarios, llenos de caricias mutuas y besos suaves y pausados, una extraña y embriagadora comodidad al estar desnuda junto a él, hasta la última célula de mi piel siendo acariciada por la suya entre los más sobresalientes diálogos a corazón abierto que he tenido, envueltos por el olor a sexo que tanto amo.
Hace varios días no nos vemos, debido a que no hemos coincidido por el colapso de fin de año, sin embargo él me sigue buscando para que lo visite. La verdad, no sé qué hacer. Si ya tuvimos sexo en varias ocasiones siento que llegamos al punto en que no puedes expresar arrepentimientos. Después que el sexo se hizo habitual, ¿cómo le digo que ahora solamente quiero conversar? ¿Hay una forma sutil de expresar que amo nuestras conversaciones, pero odio que me penetre? Y si lo guío más, ¿podrá mejorar? Y lo que más crucial, ¿cómo puedo seguir teniendo esos perfectos post-coito sin tener que sufrir ante el horror de “un beso, mano en la teta, yo sin ropa, él dentro mío, mete-saca, eyaculación y fuera”?