Revista Opinión

¿Ya nos representan?

Publicado el 31 marzo 2017 por Polikracia @polikracia

El 15 de mayo de 2011 es una fecha clave para comprender la transformación política y social que ha vivido este país. El grito ¡No nos representan! inundaba las calles de las distintas ciudades, anunciando una crisis de legitimidad del sistema salido de la Constitución del 78. Las críticas se centraban en la apropiación del espacio de lo político por parte de los partidos, la subordinación del interés general a la economía (‘’No somos mercancías en manos de banqueros’’) y la precarización de las condiciones laborales. Varios estudios han indagado en la composición de los manifestantes y el nivel de aceptación de la ciudadanía española. Frente a lo sostenido por el ex presidente del Gobierno José María Aznar, que calificó a los indignados de ‘’seguidores de la extrema izquierda’’, ‘’movimiento marginal’’ y portadores de ‘’escasa representatividad’’ , los datos revelan que  ‘’entre 2011 y 2014 [la simpatía] nunca ha bajado del 50% el número de personas que declaraban tener mucha o bastante simpatía por el 15-M’’ (Urquizu, 2016: 23).

Además, de acuerdo con la evidencia disponible, los asistentes a las movilizaciones presentaban altas tasas de interacción en la red, se definían en su mayoría de izquierdas, presentaban una edad inferior a los 30 y el 32% poseía un grado universitario (Urquizu, 2016). La actividad no cesó en 2011, y con la llegada del PP al Gobierno (y la aplicación de una serie de recortes a todos los niveles), España disparó sus cifras de manifestaciones en la calle. La Marea Blanca, la Marea Verde o la Marea Negra se convirtieron en actores de oposición al Ejecutivo de Rajoy. El ciclo continúa con la llegada de Podemos a los parlamentos autonómicos y a las Cortes Generales, que ha hecho suya la defensa de los derechos sociales y la primacía de la política sobre la economía.

Este artículo pretende indagar en el perfil de los diputados de Unidos Podemos, esto es, un ejercicio de representación descriptiva. ¿A qué cohorte de edad pertenecen?¿ Más o menos preparados que las élites parlamentarias del bipartidismo? ¿De dónde proceden? Y con la información obtenida, ¿han sido institucionalizadas las demandas de cambio?

Para entender Podemos: la brecha generacional

Para entender la penetración de Podemos en el sistema de partidos español es preciso dar unas pinceladas sobre la llamada brecha entre generaciones. La nueva generación se caracterizaría por un conjunto de características,  identificadas en el estudio 3126 del Centro de Investigaciones Sociológicas. Se trata de un grupo fuertemente vinculado al empleo de Internet y las redes sociales. Los sectores más jóvenes (desde los 18 años hasta los 44) presentan tasas de acceso a la Red superiores al 90%. El uso decae a partir de los 45, para posteriormente producirse la ruptura: los entrevistados situados en el umbral 55-64 reconoce una menor utilización de la web (58,4%). Otro rasgo fundamental es el incremento de la cualificación profesional, sobre todo en el los estadios superiores del sistema (FP y universidad). Así, los entrevistados con edades comprendidas entre 25 y 34 años y entre los 35 y 44 reconocen poseer estudios superiores en su mayoría (30, 5% y 32,2% respectivamente). La cifra decae sensiblemente a partir del siguiente grupo de edad (45-54 años) para presentar datos modestos en los últimos umbrales (para el caso de los comprendidos entre 55 y 64 años, un 20% confirma tener estudios superiores). Del estudio del CIS se desprende un interesante apunte: la transversalidad de la Formación Profesional: porcentaje superiores al 20 desde los 18 años hasta los 54.

Dos elementos vienen a concluir la descripción del fenómeno estudiado. Uno tiene que ver con el proceso de socialización política, esto es, el proceso por el cual un conjunto de individuos adopta valores políticos y sociales. La nueva generación ha sido socializada a través de los cauces establecidos en la Constitución de 1978, que permite la competencia electoral entre partidos políticos, la libertad de expresión y la movilización ciudadana. Por último, se trata de uno de los sectores más afectados por la crisis económica. Paro o precariedad labor han marcado la trayectoria vital de los más jóvenes de este país. Estas características han influido notablemente en el comportamiento electoral. Como muy bien explica Kiko Llaneras aquí (http://www.elespanol.com/espana/20160507/122987812_0.html) , PP y PSOE se encuentran sumidos en el envejecimiento de sus electorados. Obtienen consensos electorales entre las franjas de mayor edad, mientras que los nuevos partidos se han demostrado más competitivos en umbrales más bajos. Para el caso que nos ocupa, el 35% de los menores de 35 años optó en diciembre de 2015 por la formación morada.

¿Cómo son los diputados de Unidos Podemos?

La entrada de Podemos en el Parlamento ha hecho más jóvenes a nuestras señorías. De los 67 diputados del grupo parlamentario Podemos-En Comù Podem-En Marea, el 37, 3% ha nacido a lo largo de la década de los ochenta (el más mayor tendría 37 años y el menor 28). Esto contrasta con el perfil de los políticos del PP y PSOE. Para los partidos llamados tradiciones se produce una infrarrepresentación de los menores de 36 años. Apenas el 10% de los diputados del PP se ubican en dicha franja, frente al 13% del PSOE (Coller, Jaime y Mota, 2016).

Encontramos el proceso inverso para umbrales de edad más altos. Por ejemplo, el 43% de los representantes del partido conservador supera la barrera de los 50, una cifra que se dispara en el PSOE (56%). ¿Qué ocurre en Podemos? Apenas el 22% de los diputados tiene más de 50 años. Además, muchos de ellos son rostros conocidos. Diego Cañamero, líder del Sindicato Andaluz de Trabajadores, Juan Pedro Yllanes, juez vinculado al caso Noos o Manuel Monereo, fundador de Izquierda Unida. Podemos no renuncio en la elaboración de sus listas a reclutar a personas procedentes de diversos ámbitos profesionales, con una larga trayectoria laboral. Uno de los casos conocidos fue el fichaje del ex – JEMAD Julio Rodríguez (hipotético ministro de Defensa en un gobierno presidido por Pablo Iglesias), o el intento para incorporar al partido al mediático magistrado José Castro. La intención era clara. Presentar al nuevo partido como una organización capaz de atraer a personas de reconocido prestigio, y de esta forma proyectar ante la opinión pública la idea de que Podemos sería un vehículo eficaz en la gestión de lo público.

La siguiente variable a analizar son los estudios. El conjunto de nuestros representantes tiene en su mayoría un título universitario (78%).Curiosamente, los diputados conservadores (PP,CiU, PNV) están mucho más preparados que sus electores, ya que ‘’ el porcentaje de universitarios está 60 puntos por encima de sus electorados’’ (Coller, Jaime y Mota, 2016:34). ¿Qué sucede en Podemos? De acuerdo con la información extraída en su portal de transparencia, casi el 80% (77,6%) de sus señorías poseen un grado universitario. ¿Dónde se produce el salto cuantitativo y cualitativo? El 40, 3% de los representantes en el Congreso del grupo Podemos-En Comù Podem-En Marea ha recibido estudios de posgrado, algo que solo tiene el 8% de la élite parlamentaria, según las cifras gestionadas por el CIS (Coller, Jaime y Mota, 2016).

Socialización política en las calles: Podemos y su conexión con los movimientos sociales

Pero sin ningún tipo de duda, el rasgo que define al grupo de diputados de Podemos es su enorme capacidad para absorber a personas vinculadas con los movimientos sociales y el activismo ciudadano. La cifra es escandalosa, y posiblemente no tenga parangón en el parlamentarismo español (habría que repasar estudios sobre élites políticas). De los 67 diputados, el 65,7% reconoce en su biografía haber participado en colectivos de protesta. El dato puede ser cogido con pinzas. ¿En qué sentido? Este artículo no pretende convertirse ni mucho menos en un análisis detallado del perfil de poder en España. Los datos expuestos han sido obtenidos a partir de la lectura de las biografías disponibles en el portal de transparencia de la formación morada. Algunos (la mayoría) se reconocen como activistas, pero otros no dan detalle, y se limitan a describir su trayectoria profesional. Pero no sólo. Por ejemplo, la diputada Ana Belén Terrón escribe en su espacio: ‘’Trabajadora Social. Diputada en el Congreso por Granada. Vivir no es lo mismo que existir, la diferencia es la dignidad. Defender la vida es asegurar la dignidad’’. Para un estudio más exhaustivo, la encuesta se revela como instrumento de investigación fundamental.

La Plataforma de Afectados por la Hipoteca, sindicatos, colectivos en defensa de la educación y la sanidad pública, el 15-M, Democracia Real Ya, movimientos antiglobalización, grupo de protesta contra el Plan Bolonia o activismo contra la práctica del fracking. Muchos representantes de Podemos, por tanto, han construido su identidad política en las plazas y calles del país, contra las medidas aprobadas por el gobierno del PP y las instancias europeas.

Conclusión

¿Han sido canalizadas institucionalmente las demandas de amplias capas de la población? Al menos, desde la óptica de la representación descriptiva, da la sensación de que sí. La representación descriptiva estudia las características de las élites políticas, e intentan dar respuesta a la pregunta ¿cómo son nuestros representantes? El cambio en el sistema de partidos ha acabado con el bipartidismo reinante desde 1982. La fragmentación política ha acabado con ganadores o perdedores absolutos. Como muy bien señala Rubén Ruiz-Rufino en este artículo, la lógica parlamentaria de 2016 ya no se basa tanto en la confianza, sino en la representatividad.

Podemos ha llevado a las instituciones a un conjunto de personas con unas características similares a aquellas que expresaban su insatisfacción por el estado de la representación política en España. Jóvenes y de mediana edad, con alto nivel de estudios y mayoritariamente de izquierdas. Y no sólo. De los datos se desprende que muchos tuvieron un papel activo en las movilizaciones. El reto de la organización dirigida por Pablo Iglesias es ahora ser sustantivamente representativos, es decir, llevar al Parlamento las preferencias de distintos grupos (políticas de género, conciliación, universidad). El objetivo se presenta complicado, porque Podemos es la tercera fuerza política estatal. Es más, incluso un ‘’issue’’ incorporado por el partido morado al debate público, como la pobreza energética, ha acabado siendo sustraído en un pacto por PP y PSOE.  Será interesante ver en los próximos meses como Podemos gestiona ese equilibrio tan deseado: el de ocupar los asientos del Congreso y a la vez mostrar músculo fuera de lo puramente institucional.

Bibliografía:

Barómetro del CIS número 3126

Urquizu, I (2016). La crisis de representación en España. Catarata. Madrid.

Coller et al (2016). El poder político en España: parlamentarios y ciudadanía. CIS. Madrid.


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