Lo veníamos viendo desde hace rato. Al final, lo lograron (o les falta poco). Esta es la historia de Argentina, un país que no quería parecerse a Venezuela: corría el año 2014 y los medios de comunicación reproducían en forma de titular las falacias con las que la por entonces oposición pretendía acumular votos: "Por este camino, vamos derecho a convertirnos en Venezuela", decía el Felino Macri respecto de cualquier política que no sea neoliberal, mientras que los suyos hacían eco del vaticinio siempre que tuvieran al alcance de su boca un micrófono amigo. Ahora, vemos con tristeza como Corporación Cambiemos chocó el Titanic y nos deja culo para el norte (literalmente), y muchos ingenuos comprueban que los que nos impedirían llegar a ser Venezuela nos dejan como Venezuela. Tanto es así, que aquel oscuro presagio pareciera haber mutado tanto que bien podríamos asegurar que ahora es Venezuela la que no desea convertirse en Argentina.
La mesiánica visión apocalíptica de los amarillos y su marketing duranbarbístico se instaló en forma de latiguillo popular, y caló hondo en quienes -ayunos de criterio propio- suelen repetir criterios ajenos como si fuesen elucubrados luego de un análisis sesudo. De esta manera, radicalizado por su propia ignorancia, el votante se dirigió hacia las urnas desconociendo qué intencionalidades existían detrás de aquella insana comparación con la cual el macrismo conquistó la confianza de los más incautos.
El resultado de la gestión del Felino Macri es una Argentina con el peor índice de pobreza,
inflación. Los servicios son considerados bienes de lujo, al igual que el transporte público, mientras las Pymes cierran diariamente y aumenta el ejército de desocupados y pobres. El derecho a la salud también ha sido avasallado por las políticas económicas instrumentadas por el gobierno de Macri mediante la quita de medicamentos a jubilados y de pensiones por discapacidad. Y en este contexto el presidente argentino aún tiene la desfachatez de mencionar a Venezuela como el ejemplo de país en donde no se respetan los Derechos Humanos.
Más de 2 kilómetros de cola en una localidad tucumana por una oferta laboral en un supermercado, con eso está todo dicho. No es un hallazgo escribir que de ahora en más se van a ir descontrolando las variables de la economía y profundizando la recesión, cada vez más y cada vez peor.
A estas alturas, y observando las consecuencias de un modelo que encaja únicamente mediante el uso de la fuerza, la represión y la violencia mediática -represión a través de las cual Macri pudo instaurar el modelo neoliberal- podemos asegurar que las imágenes de la Argentina Amarilla no se corresponden con países libres y democráticos. La persecución y estigmatización de opositores, por no mencionar las operaciones mediáticas y judiciales de las que éstos son objeto, son una práctica constante desde que Macri está en el poder.
Pero claro, siempre habrá gente que repite que quiere al Felino Macri porque no quiere llegar a ser Venezuela. Hazañas de Durán Barba y la estupidez siempre presente en un pueblo que cada vez ejerce menos su poder de pensamiento crítico.