Revista Coaching

Ya sos perfecto

Por Vivaconproposito

La sensación de vacío y el sentimiento de fracaso que la sociedad ha creado a causa del consumismo, nos ha alimentado el ego de tal manera que nunca nada es suficiente. El éxito se vende como la satisfacción de adquirir bienes y sobresalir ante la masa. Es decir, encontrar reconocimiento por la gran persona que somos y el poder que tenemos. Nos han oprimido tanto el placer de ser lo que YA SOMOS, que querer SER ALGUIEN se ha vuelto nuestra droga.

Mientras no haya ego, todo es perfección. El mejorar y tratar de superarse es una expresión del ego de querer ser más y más. Es un sentimiento de inferioridad que surge ante la mirada ajena. Cuando no hay dualidad sólo queda la unidad y para superarse se necesita un punto de comparación. Este estado emocional nos crea una esperanza ante la incapacidad del SER de darse cuenta de su plenitud. Si supiéramos darle vuelta a nuestros oídos hacia adentro, no habría necesidad de tal cosa como superación. Lo que cada uno trae dentro de sí, ya es perfecto. La mente necesita sentir que va tras una meta. Que cada día nos hacemos más y más grandes. Que obtendremos reconocimiento y admiración del otro.

Nuestras decisiones siempre se basan en deseos. En el concepto de un futuro que ni siquiera existe. Si dejáramos fluir nuestra naturaleza, dejarían de existir deseos, frustraciones y ese sentimiento de estar incompletos. Cuando uno está conectado con su naturaleza, o sea con lo que más ama, el cuerpo aprende a transmitir eso de manera natural y con más precisión. Es lo que a la cabeza le gusta definir como “mejorar” o “superar”

En la filosofía Zen, se habla del arte como una expresión del ser en unidad con la naturaleza. La pieza está determinada desde antes de su nacimiento, ya que viene impregnada del espíritu del artista mientras la creaba. La cerámica que se utiliza en la ceremonia del té por ejemplo, tiene lo que los japoneses llaman “Sabor”. Estas carecen de simetría como la naturaleza y el ser humano, pero no por ello dejan de ser perfectas, ya que fueron creadas con un sentimiento de humildad por parte del artista y la pieza es única en el mundo como el ser que la creó. Cuando la obra sale a luz, la única satisfacción del artista es la de él mismo. El esperar reconocimiento ensucia la pureza del espíritu en el proceso de creación. Por ello, cada pieza se elabora con el sentimiento más puro, con la esencia misma, con la perfección que ya reside en cada uno.

El querer ser mejor cada día es sumamente importante para crecer. Pero no olvidemos que este crecimiento va de la mano con lo que YA SOMOS, no con lo que queremos ser o tener.

 

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