Al final tanto revuelo para nada. Forcadell renegando de la DUI ante el Supremo y prometiendo que va a ser buena y va a obedecer al profe español en todo lo que le diga. Al otro lado de la clase, los diputados de la Mesa del Parlament asintiendo lo que diga y pida el Supremo, no vaya a ser que se cabree y los encarcele de nuevo. Ya veremos. Tras las rejas, algún exconseller sugiriendo ahora que le saquen de allí porque también hará caso al Estado español y su Constitución y la madre que la parió. Ya veremos. En el exterior, en el centro de Europa, el fugado Puigdemont y sus vasallos permanecen incrédulos porque se les ha ido al carajo el plan A, el B y el C de la República Independiente de Cataluña.
Pues ya veremos (y sufriremos), porque el 22-D, con el resultado de las urnas en la mano, todo puede resurgir e implosionar. Desde el secesionismo más ciego hasta el 155 más fiero. Y a partir de ahí cambiaremos el "ya veremos" por el manido "oremos".