Revista América Latina
Yasnelys Hernandez una joven con cuentas propias.
Publicado el 30 marzo 2015 por Fabricio @yosipuedochaco“Me ha permitido tener una visión más estratégica de cómo se organizan los procesos laborales, pero también de la planificación económica”, aseguró Hernández a SEMLac. Por lo general callada, concentrada y reconocida entre sus colegas de aula por sus excelentes resultados docentes y por mantener una relación de pareja que dura ya más de cinco años, Hernández confiesa que, en realidad, “disfruta mucho el ir de lanzada por la vida”. Esta futura comunicadora forma parte, actualmente, del equipo de realización de Venus, una revista “de variedades femeninas” ya registrada y que se distribuye como aplicación digital en la isla desde los últimos meses de 2014. “La idea original fue de Laura Carril, la actual directora editorial, que trabaja por cuenta propia como dueña de un negocio para preparar fiestas de 15 años. El proyecto inicialmente fue un apoyo para esa actividad y comenzó con consejos solo sobre modas”, detalló Hernández. “Poco a poco se ha ido perfilando como revista de variedades, pero con lentitud, porque todo el colectivo es muy joven”, precisó. Actualmente Venus, inscrita como aplicación de software, se distribuye de manera digital como parte del llamado en Cuba “paquete semanal”, un compendio de materiales audiovisuales e información diversa que se comercializa a domicilio. Polémico en el espacio público del país porque no quedan claros los límites de su legalidad y lo controvertido de algunos de sus contenidos, el paquete, en cualquier caso, garantiza amplia visibilidad de un tema como el que propone Venus, muy asociado a la moda, que también tiene su propio espacio en la red social Facebook. Para Hernández, el paquete resulta “el fenómeno de comunicación más grande que tiene el país hoy mismo y eso también estimula”, aseguró. “Yo no escogí trabajar en este proyecto solo por el interés económico, sino también porque creo que es muy bueno tener la posibilidad de practicar mi profesión y una experiencia laboral más allá de las prácticas que organiza la universidad”. Sin dudas, para esta estudiante, a quien le resta apenas año y medio para terminar sus estudios, trabajar por cuenta propia también le modificó la organización financiera. “A veces criticamos mucho cómo organizan nuestros padres la economía, por qué compran esto y no lo otro. Pero cuando estamos en capacidad de gestionarnos nuestra propia economía entendemos que esos procesos están mediados por cuestiones que escapan a nuestra decisión”, explicó Yanelys. “Mis ingresos no han cambiado la dinámica de casa porque aún no son altos ni muy estables, dependen de lo que escribo cada mes. Pero ya mi mamá no me tiene que dar dinero para mis gastos personales y lo otro es que, si estoy por la calle y encuentro algo necesario para la casa, lo compro. En mi familia todo el mundo tiene responsabilidad. Yo no estoy al margen de las obligaciones domésticas”, reflexionó Hernández. Para ella, eso es una parte muy importante de trabajar. “Cambian las miradas y uno comienza a comprender lo que antes no veía. Cuando mi mamá estudiaba, no tuvo esa oportunidad. Yo creo que lo más importante de los cambios que están ocurriendo en la economía es que abren opciones”. Se abre el abanico La oportunidad del empleo legal para estudiantes del sistema a tiempo completo o diurno, como se conoce en Cuba, quedó abierta en junio de 2009, cuando el Consejo de Estado puso en vigor el Decreto-Ley 268, que flexibilizó el régimen laboral en el país y legalizó el contrato de trabajo adicional. La medida facilita que los estudiantes con 17 o más años de edad, sin vínculo laboral o matriculados en cursos regulares de los niveles medio superior y superior, puedan incorporarse mediante contrato por tiempo determinado al trabajo, a tiempo parcial, y recibir el salario que les corresponde. Los estudios afirman que la edad promedio de inserción laboral de la juventud cubana es de 19 años, lo cual es común tanto para el sexo femenino como para el masculino, y se comporta de modo muy similar en todas las regiones del país. Alrededor del 32 por ciento de las más de 444.000 personas que se vinculan al trabajo por cuenta propia en el país son jóvenes, según datos publicados por el sitio digital Cubahora en diciembre de 2014. La mayoría de esas muchachas y muchachos se desempeña, fundamentalmente, como trabajadores contratados por otros particulares, según una investigación del Centro de Estudios sobre la Juventud (CESJ), divulgada a fines de 2013 en el XI Taller de Resultados: Diálogo sobre Juventud. Aplicada en ocho provincias con fuerte presencia laboral juvenil y gran peso en la economía, la indagación también evidenció que, en comparación con 2004, la proporción actual de jóvenes que desean trabajar por cuenta propia casi está duplicada, aunque sigue siendo minoritaria frente al deseo de laborar en el sector estatal, según el CESJ. No obstante, una investigación periodística publicada en abril de 2014 por el diario Juventud Rebelde advierte que, a menudo, esos datos resultan “inciertos”, pues muchas de las inscripciones requeridas en la Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT) “ni siquiera se efectúan”. La investigadora María Josefa Luis, especialista del propio CESJ, aseveró durante de citado taller que los números anuncian una tendencia al crecimiento sostenido de la presencia juvenil en el sector no estatal de la economía, “por lo que se hace más necesario fomentar políticas de protección laboral, sobre todo en lo referente al respeto de los contratos”. Tiempo, conflictos, decisiones Tanto el estudio del CESJ como la investigación periodística de Juventud Rebelde coinciden en identificar las dificultades para organizar el tiempo entre el trabajo y el estudio como uno de los principales escollos que enfrentan muchachas y muchachos a la hora de decidirse a tener un empleo. Para Hernández, ese no es un tema que le ocasione “muchos dolores de cabeza”. “Tengo un horario bastante flexible en la universidad, solo recibo clases en las mañanas. Lo que hago para la revista son trabajos periodísticos: voy a los lugares a hacer entrevistas que antes ya coordinó el comercial. Luego me ordeno yo para escribir”. La muchacha confiesa que no se siente “ahogada con el tiempo”, pero insiste en que es un asunto de prioridades. “No se puede perder la perspectiva y la prioridad siempre tiene que ser la escuela. Desde que trabajo, he empezado hasta a usar agenda para que no se me escape nada”, explicó entre risas. Sin embargo, no le ha resultado tan simple convencer a la familia. “Por un lado, mi mamá es súper conservadora y, aunque nos queremos y nos respetamos mucho, a ella le da mucho miedo todas estas posibilidades que se están abriendo. Teme que me busque un problema y estaría ciertamente más feliz si yo solo estudiara”, comentó Hernández. Por otro lado, está el novio “algo machista”, a quien le ha costado entender esta nueva tarea que diversifica las actividades de Yanelys y le resta tiempo de estar juntos. “Está un poco celoso porque, además, ahora yo gano más. Nos conocemos desde los nueve años y somos novios desde el onceno grado del preuniversitario (bachillerato). Él siempre pagaba todo, pues su familia tenía algunas posibilidades económicas. Eso ya no es así y le ha costado entender, pero nos seguimos llevando bien”, acotó. Trabajar, para Hernández, también ha representado la posibilidad de aprender “qué quiero y qué no quiero hacer en mi profesión”. “No quiero escribir de temas banales, ni hacer publicidad superficial o sexista cuando me gradúe, aun cuando ahora no me quede más remedio que ceder, porque muchas veces no es lo que quieren en la revista”, reflexionó. “Yo aprendí de género aquí en la facultad. Cuando estaba en preuniversitario pensaba que el feminismo era para las mujeres lo que el machismo para los hombres, y luego aquí aprendí realmente todos los niveles que tiene esa perspectiva y me gustaría aplicarla a lo que escribo y a mi vida”. Hernández confiesa que a veces es muy difícil. En la mentalidad, dice, ese proceso evolutivo lleva más tiempo porque hemos sido machistas, como sociedad, por muchos siglos. “Pero trato de tenerlo en cuenta en lo que hago porque me da otra perspectiva. Igual que trabajar. Aunque ahora mismo no veo la revista como el empleo ideal para cuando me gradúe, es una experiencia más, un entrenamiento adelantado”, aseguró.