Revista Cultura y Ocio

«Yerma», con Billie Piper, en el Young Vic de Londres

Publicado el 17 agosto 2016 por Juliobravo
«Yerma», con Billie Piper, en el Young Vic de Londres
Muy pocas veces he salido de un teatro tan excitado y emocionado como el pasado sábado después de asistir, en el Young Vic de Londres, a una representación de «Yerma». Fue la guinda a un largo fin de semana teatral -del que os hablaré- junto a mi sobrino Pablo, y no pudo ser mejor. «Yerma» es un trabajo absolutamente hipnotizante y cautivador, una desbordante catarata de imágenes y sensaciones, un festín teatral pleno de sabores que necesita ser digerido lentamente. 

Tanto Pablo como yo sentíamos mucha curiosidad por esta «Yerma», que se anuncia como escrita y dirigida por Simon Stone a partir -«after», dice exactamente el programa- la obra de Federico García Lorca. Y hay que empezar por decir que el texto no es una traducción de la obra de Lorca; en él no están sus palabras, pero sí sus personajes, con sus conflictos y sus sentimientos, sus pasiones y sus frustraciones. Simon Stone (apuntaos este nombre, no me cabe duda de que oiremos hablar y mucho de él) dice en el programa que «Lorca es un misterio que necesita ser resuelto», y añade que se arrojó sobre «Yerma» porque es tiempo de ver a Lorca no como un español sino como un ciudadano del mundo. 

Stone no solo despoja a Lorca de todo «tipismo» -supongo que para los británicos será difícil alejarlo de la arquetípica iconografía flamenca-, sino que lo trae a nuestros días, para contar la historia de una mujer normal, una de tantas que nos encontramos en la calle, que vive la frustración de su infecundidad; ésta va paulatinamente corroyendo su existencia, devorando su vida y sus relaciones, hasta acabar con su vida.


Alejada de su contexto, Yerma se convierte en una trágica universal; Stone la sitúa, son sus palabras, a la altura de Medea o Antígona. Yerma, asegura, es una mujer que existe en cualquier parte y en cualquier época.

Su Yerma vive en nuestros días. Y la envuelve Stone en un espectáculo, repito la palabra, hipnótico. La poesía de Lorca no se posa en el texto, pero sí encuentra el camino el director de trasladárnosla a través de la escenografía, de las imágenes, de los sonidos, de las atmósferas. El escenario, con el público situado a dos bandas (como la «Bernarda» que dirigió Lluís Pasqual; no me extrañaría que Stone la hubiera visto), está cerrado por paredes de cristal. La sensación de voyeurismo entre los espectadores se acrecienta, pero también ayuda a asfixiar a los personajes, a que la tragedia tenga un grado más de agobio.

Stone dibuja una «Yerma» hermosa, visualmente poderosísima; sabe tirar con habilidad de los hilos de los personajes para crear el clima adecuado. Arranca casi como una alta comedia contemporánea, con colores vivos, y la va enfangando -literalmente- para que los espectadores penetren en la tragedia que va construyendo.


Esta «Yerma» es un espectáculo, al mismo tiempo, técnicamente muy difícil. Los cambios entre las escenas, con complejos movimientos de escenografía y de personajes, están ejecutados con una precisión asombrosa y en completa oscuridad; estábamos apenas a un par de metros del escenario y éramos incapaces de notar el movimiento hasta que volvían las luces. 

No se repara en medios. Llueve en escena, con un suelo arenoso que se va embarrando poco a poco, y aparece el salón de una casa repleto de muebles -el resto del espectáculo es minimalista en este sentido; se utilizan muy pocos objetos- para tan sólo un minuto de escena. Pero no es un mero despliegue; es el momento en que la protagonista y su marido juegan con un niño, el único instante de felicidad de la pareja, también el único instante en que hay teatro «convencional» en escena.

Simon Stone cuenta con unos magníficos cómplices: Lizzie Clachan (escenografía), Alice Babidge (vestuario), James Farncombe (luces), Stefan Gregory (música y sonido) y Jack Henry James (video), pero sobre todo cuenta con unos intérpretes sobresalientes, especialmente su protagonista, Billie Piper, una descomunal actriz que ha devorado y rebañado hasta los huesos el personaje para ofrecer una Yerma (Her) llena de carne, de sangre, de vísceras incluso; el suyo es un trabajo sobrecogedor, magnético, avasallador, punzante como el resto de la función. También impresiona Brendan Cowell en el papel de John, así como el resto del reparto; puestos a poner una pega, eché de menos un poco más de atracción animal en el personaje de Víctor, que interpreta John MacMillan.

Esta «Yerma» estará hasta el 24 de septiembre. Ya se han agotado las entradas para todas las funciones; y no es para menos. Es -no lo digo yo, lo ha dicho la crítica británica- un espectáculo histórico. Y es -aunque de aquella manera- un Lorca.

La foto es de Johann Person

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