Yihad versus McMundo

Alejandro Amenábar, director con notables éxitos cinematográficos y un Oscar, estrena estos días “Regresión”, terrorífica película de satanistas.

Presentándola se ha permitido ser políticamente incorrecto al afirmar que lo que le aterroriza no es el diablo sino el integrismo islámico.

Que no haya jurado que teme más a Rajoy o Aznar, y que lo mejor para el mundo es Podemos, Syriza y el nuevo líder laborista británico Jeremy Corbyn, choca con la mayoría de sus colegas españoles, como Almodóvar, otro oscarizado.

O como Fernando Trueba, también Oscar, que se declara izquierdista y sobre todo no español, aunque es madrileño: arquetipo del militante de la “Yihad contra el McMundo”, esto es, contra todo liberalismo social y económico, incluso el limitado del PP.

El periodista británico-español John Carlin, autor que inspiró la película “Invictus”  sobre Nelson Mandela, acaba de entrevistar al profesor Benjamin Barber, politólogo estadounidense cuya veintena de obras contiene aciertos proféticos, como precisamente su “Yihad versus McMundo”, porque, publicado hace veinte años, es de asombrosa actualidad hoy.

La tesis de Barber es que fuerzas aparentemente contradictorias, como las izquierdas radicales, los nacionalismos, las ultraderechas modelo Front Nacional, y el islamismo yihadista están unidas frente a lo que llama McMundo, la globalización, el liberalismo económico y la cultura cosmopolita.

Según Barber se reúnen, aislados el uno del otro, bajo diferentes banderas étnicas, religiosas o ideológicas, en una lucha común contra “el capitalismo cosmopolita” cuyo dios es el mercado.

Pero en España esta separación es mínima: Podemos tiene un círculo musulmán, los nacionalistas catalanes prefieren inmigrantes musulmanes antes que latinoamericanos, y la gente del cine rehúye reprobar el yihadismo, al que le tienen más pánico que los herejes del XVI a la Inquisición.

Por eso halaga la visión musulmana del mundo y condena, como si fuera el diablo de Amenábar en “Regresión”, a Rajoy y Aznar, vale, pero también a la libertad económica, de pensamiento y el derecho a la disidencia que representa el McMundo, por lo que además es enfermizamente antijudía.

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SALAS