Con la brusquedad con la que echaba de televisión a los aprendices de empresario que le fallaban, Donald Trump está enfrentándose al islam extremista al estamparle su famosa frase: “You’re Fired”, estás despedido.
Medio mundo se escandaliza con el golpe de Trump, que con sus formas intempestivas ha ordenado rechazar temporalmente la entrada en EE.UU. de ciudadanos de siete países con numerosos yihadistas.
En España Podemos y otras izquierdas le han exigido a Mariano Rajoy que proteste estilo Hugo Chávez: gritar “¡Exprópiense!” las empresas estadounidenses en España, prohibir sus inversiones, romper relaciones diplomáticas, en fin, tener gallardía bolivariana..., porque otra cosa...
No se sabe cuánto durará Donald Trump en el poder, pero se conoce perfectamente lo que piensa. Que nadie se llame a engaño: lo eligieron por las ideas que está cumpliendo.
Su tesis es que la yihad es la parte asesina de una religión cuya ideología totalitaria impone lo que deben pensar y obedecer todos los humanos.
Ideología resumida en la “Declaración de los Derechos Humanos en el Islam”, que expresa que la religión está por encima de toda legislación democrática.
“La humanidad forma una sola familia unida por su adoración a Allah (…) Sólo la verdadera religión garantiza el desarrollo de la dignidad por medio de la integridad humana” (Art.1).
Se declara la sharía ley universal porque “El Islam es la religión indiscutible” (art. 10); “Todo ser humano tiene derechos, pero dentro del marco de la Sharía” (12), que legisla poligamias, venta de mujeres y esclavos, condena a muerte a los apóstatas, regula lapidaciones y la yihad: es lo que los fanáticos y yihadistas siguen ciegamente.
Pensamiento y conducta que estaba aceptándose ya en occidente por corrección política y multiculturalismo; Trump ha decidido rechazar a sus adeptos, que cree peores que los nazis.
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