Después de una semana, todavía sigue dando coletazos el fracaso que significó para el PAN el evento en el Estadio Azul. En estos días se ha dicho de todo. Desde que el campo medio vacío fue un simple error de logística hasta que representa el hundimiento del partido y de sus aspiraciones para refrendar la Presidencia de la República.
Una vez aceptado el hecho, la versión oficial sostiene que se conjugó una larga espera bajo un sol quemante –el retraso acumulado fue de más de dos horas— con discursos muy largos (y aburridos). El resultado fue el que todos vimos: a la hora en que hablaba la candidata, habían largas filas de gente en busca de la salida y muchas sillas vacías.
Otra versión, dada por varios de los presentes en el acto, dice que en realidad buena parte de la afluencia ni siquiera era panista. Simplemente iban a ver la presentación de Margarita “la Diosa de la Cumbia”. Y una vez concluida enfilaron hacia su casa o hacia los autobuses que los habían transportado.
En términos llanos, eran acarreados.
Después de años y años de criticar a los demás, el PAN, el partido que se ostenta(ba) como el de los ciudadanos libres, también recurre a este tipo de usos. Parece que casi dos sexenios en el poder empiezan a pasar factura.
La conclusión que debemos sacar es que en la actualidad nadie es ajeno a estas prácticas políticas. El PRI casi inventó el acarreo. El PRD, como buen heredero, lo copió e incluso lo perfeccionó. Del PANAL y los otros pequeños mejor ni hablar. Ahora el PAN se incluye en esta lista.
La señal que nos envía nuestra clase política es muy clara.
Tienen una profunda desconfianza en la ciudadanía. El resultado es que los dirigentes cada vez están más alejados y aislados de la sociedad, cuidando sus pequeñas parcelas y privilegios. En segundo lugar, y como efecto de lo anterior, es que nos conciben como ganado al que hay que pastorear, que acarrear, como relleno en sus actos. Y no como verdaderos ciudadanos.
La cuestión que debemos plantearnos es si en verdad nos merecemos estos partidos… O por el contrario, ¿serán solo nuestro reflejo?
Yo acarreo, tú acarreas, todos acarreamos. Pobre país.
Publicado en SinEmbargo.mx, 19 de marzo de 2012