Cuando lees acerca de la autoestima y los procesos de autonomía de la persona, siempre esperas que tus hijos lleguen a esa etapa y consigan hacer las cosas por sí mismos de la manera más natural posible. Lo que no te explican es que el proceso puede ser a veces complicado. Pequeña Foquita hace un tiempo que se ha metido de lleno en esta fase del crecimiento. Sus frases estrella son "yo culeta, mama" (yo soleta, solita en catalán) o "¡tu no mama, yo, yo!". Me encanta que mi hija quiera hacer las cosas ella sola y con la determinación con la que las hace. El problema viene cuando le quieres hacer entender que para hacerlo ella "culeta" primero tiene que dejar que alguien le enseñe. Y eso no lo soporta. De ahí que termine poniéndose el pantalón por la cabeza o la diadema por los pies. Y no hay manera de conseguir que te escuche a no ser que lo haya probado una media de 20 veces y al cabo de media hora oigas la bendita frase: "mama, ¿yuyas?". Sólo cuando ella considera que necesita ayuda entonces puedes ayudarla. El otro problema de esta fase tan divertida es el tema del tiempo. Ya he explicado en alguna ocasión nuestros momentos estelares antes de ir al colegio. Cuando el reloj acelera es difícil dejar a una enana de dos años que decida que en ese momento quiere aprender a ponerse ella "culeta" un body o unos calcetines. Entonces entramos en terrenos conflictivos en los que se entrecruza la necesidad de salir de casa a tiempo y la amenaza de anular el intento de superación de mi pequeña. Sé que al final lo consigue pero hay momentos en que no puedo esperar para comprobarlo y es un verdadero problema. Porque sé a ciencia cierta que es capaz de vestirse y de todo lo que se proponga, como cualquier niño o niña de su edad. Cuando hace una semana empezó a pedirme que se subía ella "culeta" a la silla del coche pensé que se había vuelto loca. Pero no sé por qué la dejé hacer y en menos tiempo del que yo creía subió aquella auténtica atalaya para una niña de dos años. La cara de satisfacción que ponía no tenía precio. Así que, en esta fase estamos. Por ahora no hemos llegado tarde al colegio aunque reconozco que más de un día ha sido porque la pobre ha tenido que ceder y dejar que yo la vistiera. Aunque ella parece no desfallecer. Al contrario, a veces le da por querer no sólo vestirse ella sola sino también a su hermano. Entonces si que me pongo a temblar.
