- Chorbo, chorbo...
- No me llamo, chorbo. Soy Fiz Arou. -le solté airado desde mi verticalidad incólume.
- Lo sé, tío, lo sé, pero sé que a un kaskarilleiro como tú le gustan esas expresiones popularesy de barrio- estaba tirado, tocándose la mandíbula y su voz sonaba lastimera. Era feo. Tenía cejas finas y arqueadas propias de un sádico, párpados caídos como un cínico y bigote y barba aparentemente descuidadas. Debajo unas bolsas oscuras pendían de los ojos. Seguro que lo había visto antes.
- Solo soy campechano con mis amigos y tú no eres del barrio, aunque tu cara de capullo me suene.
- Claro, yo soy un tipo conocido como periodista. No es por presumir, pero tuve algo que ver en que Kaskarilleira cambiara de gobierno, aunque no de amo. - Soltó una risa de hiena con su propio chiste. Aquel gilipollas quería congraciarse conmigo usando los trucos más baratos. Ya estaba de pie y le pegué un mínimo empujón hacia el colchón abandonado más próximo.
- Vaya, he caído en blandito. A ver, no te alteres, solo quiero que en tu calidad de detective me eches una mano.
- ¿Tienes guita?
- Tengo algo ahorrado de lo que me dieron cuando me largaron del periódico y lo que he sacado ahora en ese digital de mierda en el que me he metido.
- Por partes. ¿Por qué te echaron del periódico?
- Dijeron que no les gustaba mi estilo, demasiado agresivo. demasiado sangriento después del funeral de los otros.
- ¿Y no te dijeron que eras sensacionalista, fullero, mentiroso, manipulador, grosero y extremado?
- No fue necesario, a ellos les vino bien cuando lo hacía, aunque es cierto que me excedí un poco, para que negarlo. El hecho es que muerto el gato, se acabó la rabia. Yo era la rabia- volvió a su risa repelente.
- ¿ Y qué quieres ahora de mí, sanguijuela?
- Quiero que le des una lección al mandamás del periódico por darme la patada y quiero que lo hagas en la ocasión más solemne, delante de todos los vips políticos, sociales, culturales y económicos.
- Eso suena muy ampuloso.
- Sería en la entrega de los premios al fundador. En la cena. A mí me tienen fichado porque les amenacé y no me dejarían entrar. Tú podrías disfrazarte de camarero y disolver en su copa o en su té, esto que tengo en el bolsillo. -sacó del bolsillo de la americana un envoltorio blanco que puso delante de mis ojos.- Tranquilo, es un hongo en polvo para colocar en la bebida, pero es inofensivo. más allá de una ligera perturbación.
- ¿Querrás decir alucinación? ¿No será un tripi de LSD?
- No, para nada, mucho más ligero y de acción corta. Le vendrá bien, quizás le hará recordar durante unos minutos su época rebelde de familia bien, lástima que le vaya a pasar en un momento tan protocolario y formal.
- ¿Me lo enseñas?
- ¿No te fías de mí?
- Enséñamelo si quieres que te ayude.
- Está bien- lo abrió en mi presencia y me enseñó su contenido
- Unos polvos blancos que quizás antes fueron setas -el incauto inició una sonrisa abierta y se disponía a soltarme una de sus risas, cuando se lo arrebaté de las manos en un gesto atrevido y se lo lancé hacia la boca. Tuvo un mal tragar. Soltó un sonoro GLUP, seguido de una tos ahogada.
- ¿Crees que soy tonto? ¿Cuánto tiempo tardarías en intentar congraciarte con tu exjefe poniéndole al corriente de quién fue el autor de la faena? ¿Cuánto tiempo tardarías en solicitarle hacer a mi costa una exclusiva sobre el tema?