Creo que en estos momentos de desánimo y de engaños, de manipulación e insultos, de vampirización y castigo injusto y despiadado, debemos resistir firmes en nuestras convicciones. Y debemos hacerlo por nosotros, desde luego, pero también por todos los que sufrirán las consecuencias en el futuro, por nuestros hijos o nietos, por nuestros vecinos y amigos, por los que viven tan cerca de nosotros y por los que nos son absolutamente desconocidos y ajenos.
¿Qué queremos?
Pregunta absurda: defender nuestra dignidad de los vagos y maleantes que comen en restaurantes de cinco tenedores y de los políticos ineptos e irresponsables.
¿Qué tenemos?
La conciencia limpia, el pensamiento claro y la voz firme. Doy gracias a los dioses por haber nacido en una familia pobre, por haberme ganado el pan con mi esfuerzo y por haberme encontrado con amigos que me acompañan y no tienen que avergonzarse de nada.
¿Pueden esos otros decir lo mismo? (...)
Y como sé lo que quiero y tengo voz, me atrevo con una recomendación que expone de manera clara y rotunda uno de los valores al que no podemos renunciar: la enseñanza pública. Si tenéis tiempo y ganas de escuchar buenos argumentos, pasaos por esta web www.yoestudieenlapublica.org y uníos en la defensa por la educación pública. Mi amigo, el profesor de filosofía, también me lo agradecerá y yo me sentiré más cómplice en sus desvelos.
Una visión crítica -personal- de la economía, la actualidad política y los medios de comunicación.