Pensamientos íntimos en catalán de José María Aznar:
Pocos saben que yo soy vasconavarro, como indica mi apellido. De Bilbao porque, aunque vine al mundo en Madrid, todos saben que los bilbaínos nacemos donde queremos.
Mi abuelo, Manuel Aznar Zubigaray, fue un intelectual del PNV. Estrenó en el teatro Campos de Bilbao su obra “El Jardín del Mayorazgo”, un alegato antiespañol.
En los periódicos firmaba como Imanol, y a mi padre –que había nacido en Bilbao-- le impuso ese nombre siguiendo el santoral de Sabino Arana. Pasó a llamarle Manuel al reconocérsele como importante periodista y diplomático, ya con Franco en el poder. En realidad, y como buen vasco, y aunque nacido en Navarra, mi abuelo siempre había sido muy español.
Cuento esto porque los vascos como yo mandamos en España desde la Inquisición, que perseguía a quienes no eran cristianos viejos, por tener sangre judía o mora.
Éramos hidalgos y nuestra sangre, antes no había análisis de Rh, estaba limpia de contaminación porque éramos puros, no como los otros españoles. Después de que se expulsara o quemara a los judíos, que eran funcionarios, notarios, banqueros, consejeros, médicos e intelectuales, los vascos ocupamos sus funciones gracias a nuestra hidalguía.
Hasta el siglo XIX los virreyes, notarios, registradores, gobernadores, embajadores, políticos, obispos y militares españoles eran mayoritariamente vascos.
Cuando en los años 1800 el racionalismo restó importancia a los orígenes de sangre, los vascos perdimos mucha influencia, por lo que algunos buscaron recuperarla con el nacionalismo.
Poseo características tradicionales vascas: callado y seco, soy trabajador, tengo carácter firme, y soy severo y rígido.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, no entiendo por qué el PNV no está orgulloso de que yo siga la secular tradición vasca de mandar en España.
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