Foto: Rafa Toro
Yo le debo al periodismo las horas de sueño y las de infierno; las prisas, el caos y los nervios. Le debo gritos, le debo miedos, le debo el peligro de meterme donde no debo.Yo le debo al periodismo vivir lejos de casa, dormir donde no quiero y hablar cuando no me da la gana. Le debo un horario que no cuadra, trabajar festivos y un móvil que nunca se calla.
Pero también le debo compañeros que no fallan, amigos que dan la cara. Le debo caminar por la actualidad como camino por mi casa y le debo que mi vida sea distinta cada mañana.
Yo al periodismo le debo dar las gracias por acostarme cada día sabiendo que no sé que pasará mañana.