Revista Opinión

Yo me manifiesto, tú protestas, él actúa …ellos critican

Publicado el 11 noviembre 2020 por Msnoferini
Yo me manifiesto, tú protestas, él actúa …ellos critican

Este pasado domingo un grupo de personas lanzaron pintura y/o sangre a la fachada del Palau de la Generalitat, en una protesta del sector de la hostelería ante las medidas adoptadas desde la Generalitat, al sentirse sangrados con los cierres forzosos de sus negocios o en los que trabajan.

Es evidente que la Generalitat no ha decretado el cierre de bares y restaurantes por placer, sin que ello deba llevarnos a restarles cierto grado de responsabilidad en lo mal que se han hecho las cosas durante esta pandemia, al igual que la administración central, ¿pero cómo no entender las protestas y reivindicaciones de un sector como el de la hostelería, que da trabajo directo en Catalunya a unas 255.000 personas (entre autónomos y trabajadores asalariados), ante una situación que les está llevando a la ruina?

He leído no pocos comentarios en redes sociales tachando de “sinvergüenzas” y “terroristas” a los responsables de haber ensuciado la fachada del sacrosanto Palau de la Generalitat, “símbolo y máxima representación de la catalanidad”. Un ataque que algunos entienden como fruto de “la intolerancia”, “la ignorancia” y “la incultura”. Unos comentarios y argumentos, todos ellos, que entiendo pero que no comparto, o no comparto su partidista y sesgada visión de que se ha de respetar y que no.

Vivimos tiempos convulsos en los que algunos han jugado de manera interesada a tirar de la cuerda hasta casi romperla, lo que nos ha llevado a una polarización extrema de ciertos ideales. Algo que también nos ha llevado a que no pocas personas usen ese frívolo y sesgado  argumento “o estás conmigo y los míos o en contra nuestra”, haciendo que podamos llegar a justificar ciertos actos si compartimos los motivos que subyacen tras ellos.

Si tras una manifestación, un derecho básico de cualquier democracia, un grupo de personas se desmadran y provocan altercados o la toman con ciertos bienes públicos o edificios oficiales no podemos caer en ningún tipo de sesgo ideológico, o admitimos ciertos hechos como consecuencia de ciertas situaciones de excepcionalidad, gusten más o gusten menos, o no los admitimos.

No podemos caer en la incongruencia de tolerar que se hagan cierto tipo de protestas contra determinadas instituciones, como tirar huevos y pintura contra juzgados o subdelegaciones de gobierno, escrachés a ciertos políticos, actos a las puertas del parlamento estatal, pero criticar que se hagan ante el Palau de la Generalitat o en el Parlament, como en sus día hizo, por poner un ejemplo, Jordi Turull (destacado miembro de CiU, exconseller, y portavoz de su grupo parlamentario; condenado de manera injusta por los hechos del 1-O), tras la protesta que llevó a los indignados catalanes a rodear el Parlament, con una crítica feroz al acto y posterior sentencia de la Audiencia Nacional que absolvía a los ocho procesados, y que motivó que el Govern recurriese ante el Tribunal Supremo.

Ciertamente hay acciones que pueden no ser de nuestro agrado, pero hemos de comprender y valorar los motivos que llevan a ello, y siendo lo suficientemente coherentes como para admitirlos o no sin caer en un sesgo ideológico. Algunos entendemos, aun pudiendo ser etiquetados de radicales, que cualquier político, gobernante o institución puede perder nuestro respeto y no sentirnos representados por ellos, y que el cansancio y la desesperación pueden llevar a cometer ciertos actos reprobables, pero cuando hay hambre bien buena es una tortilla y la misma requiere de romper previamente los huevos.

MSNoferini

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