Hay muchas personas que deciden su voto, basados en las promesas que los candidatos a los puestos de elección hacen cuando están desarrollando sus campañas, pero esas promesas rara vez son cumplidas. Hay ocasiones en que los políticos cambian su mensaje y sus promesas de acuerdo al auditorio que tienen enfrente, porque el objetivo durante las campañas es lograr votos para ganar la elección. Después es otra cosa.
Y la experiencia me demuestra que la mayor parte de esas promesas no se cumplen, y muchas veces hasta hacen lo contrario de lo que habían prometido, sobre todo al nivel de Presidente de la República, donde la mayoría de las iniciativas requieren pasar el filtro del Senado y la Cámara de Representantes.
Al momento de gobernar, los presidentes tienen que negociar para lograr que sus iniciativas sean aprobadas y se conviertan en ley, y aunque estén negociando con mayorías de sus propios partidos, esas mayorías no son homogéneas. Por ejemplo, entre los congresistas del Partido Republicano, hay algunos de extrema derecha, que pertenecen al Tea Party y que tienen una agenda que desean lograr. Pero también hay congresistas moderados cuya agenda es diferente, y hay congresistas libertarios cuya agenda también es diferente.
Y la forma de lograr algunos puntos de su agenda es negociar, aunque muchas veces esto lleve a condicionar nuestro voto a que se incluya algún punto que no tenga nada que ver con el tema. Luego se aprueban leyes que incluyen cosas que no vienen al caso. El consenso, que debía ser utilizado ampliamente, rara vez se usa.
Algunas veces se tienen los votos suficientes para aprobar puntos que una mayoría de senadores quiere, aunque las encuestas demuestren que el pueblo no lo desea. El divorcio entre Washington y el pueblo es gigante y por eso el nivel de aprobación del Congreso y del Senado es tan bajo y una encuesta reciente lo fijaba en un 16%. El pueblo no confía en Washington.
Y como los partidos políticos en Estados Unidos, en vez de defender ideologías defienden intereses, nos encontramos enfrentados en temas porque mientras el Estado A, por ejemplo Idaho, quiere vender sus papas en el país X que llamaré Zambumbia. El gobierno no quiere comerciar con Zambumbia porque hubo un golpe de estado. Entonces los Senadores y representantes de Idaho se oponen a toda medida para aislar a Zambumbia. Y si son varios estados los que quieren venderle algo, Zambumbia jamás podrá ser aislada pues no se lograrán los votos aunque el presidente se haya comprometido.
Y hay otros ejemplos. Por ejemplo, algún político que represente a la florida se compromete a que va a lograr la libertad de Cuba. Solamente que está prometiendo algo que él no puede hacer, pero logra votos de cubanos esperanzados que luego ven que no pasa nada. Entonces, ¿se puede creer en esa promesa de campaña?
Y es increíble la cantidad de políticos que prometen lograr a nivel local cosas que son establecidas a nivel federal. Muchas veces nosotros mismos no conocemos bien la organización del país y las diferentes competencias a los diferentes niveles y son muchos niveles: El Federal, el Estatal, el Condal o del Condado y el de las ciudades. Entonces se prometen cosas que no están dentro de las responsabilidades del candidato el poder aprobar, y que luego nunca pasan. Por eso yo no creo en las promesas de campaña.
Y en Estados Unidos tenemos división de poderes y al igual que un legislativo puede negar la aprobación de alguna ley que quiera el ejecutivo, el Ejecutivo puede vetar leyes votadas por el legislativo y que él no desea que se aprueben. Por eso yo no creo en las campañas.
Ted Cruz dijo bien cuando expresó “Vota con tu conciencia”. Ustedes deben analizar a los candidatos y su perfil y no fijarse en ataques personales que muchas veces no son verdad, ni creer ciegamente lo que prometen, porque casi siempre aquello que prometen no depende de ellos el lograrlo. Elevemos el nivel de la democracia y eliminemos el cinismo de las campañas, porque la Democracia no es cínica.
Si elevamos nuestro nivel como electores, obligaremos a los políticos a elevar su nivel como políticos. Mientras tanto, yo no creo en las promesas de campaña.