Es divertido en la consulta ver a padres primerizos como se "enfrentan" con los genitales de sus bebés. No tienen ningún problema y casi todosse atreven a cuidar el cuerpo de su vástago; con soltura les cambian la ropa, los bañan, los pasean o los acunan. El asunto del ombligo les da más repelús ya, que para algunos, curar el cordón no es moco de pavo y les da una una angustia enorme. Como al cabo de 15 días la mayoría de los cordones ya se ha desprendido, desaparece el problema.
Sin embargo es curioso ver la ignorancia en el cuidado de los genitales (los "bajos" que digo yo). Una vez más se cumple el dicho colegial "los niños con los niños y las niñas con las niñas". Si al bebé hay que manipularle el pene la madre dice "es cosa de su padre" y si es niña ocurre a la inversa. Me quedo pasmado de los escasos conocimientos anatómicos de los adultos del aparato genital del sexo contrario en bebés. No lo dominan. ¿Ocurre lo mismo con sus parejas adultas? Yo creo que no, pero en este aspecto no han progresado. Aunque el sexo es cada vez menos tabú entre los adultos y sigue siendo el mayor negocio económico después del tráfico de armas, todavía somos bastante pacatos. Pocos padres usan la palabra pene cuando se refieren a la "polla" de su hijo (perdón) o a la vulva si se trata del "coño". ¡Qué hortera estoy!
Por suerte, todo va a mejor. De fuentes muy bien informadas sé que la compañía Durex ha roto tabúes sexuales; sus productos se venden en todas partes y las mujeres son capaces de ir a comprar hasta el lubricante Play Calor, que proporciona un sensual efecto calor que aumenta de forma inmediata la sensibilidad e intensifica las sensaciones, en cualquier supermercado o farmacia.
Puestos a hablar de genitales mañana les hablaré del prepucio del bebé, ¡hala!.