Yo no soy de aquí, pero tú tampoco

Me van a disculpar todos pero a mí estas semanas me resulta muy difícil sentir orgullo patrio. No es que lo haya sentido con mucha intensidad antes, lo confieso, pero últimamente todo lo que huela a nacionalismo municipal, provincial, autonómico o estatal me pone los pelos de punta.

Yo, con la que está cayendo, hubiese apostado porque este año conmemorasen el 12 de octubre, Día de la Hispanidad, en, no sé, ¿febrero o marzo?, porque hoy, la verdad, está uno muy angustiado con la situación como para añadir un elemento más de preocupación con desfiles y golpes de pecho.

Yo hoy me hubiese sentido más orgullosa del territorio en el que me tocó nacer si quienes lo gobiernan por encargo de la mayoría se hubiesen dado cuenta de que tienen entre manos una encomienda cuyo fin último es el beneficio de todos, y cuando hablo de beneficio no pienso en CaixaBank o en el Sabadell precisamente.

Llevo ya unos días escuchando el nuevo álbum de Jorge Drexler, Salvavidas de hielo, y hay un tema, Movimiento, que no deja de rondarme y que estoy por proponer como himno obligatorio para que, sin ánimo de adoctrinar, se escuche en los colegios con frecuencia, a ver si nos vamos enterando de que: yo no soy de aquí, pero tú tampoco.