Revista Psicología

Yo pensaba que...

Por Mayte Leal @MayteLealRomero
    No la entiendo. Se queja por todo y sin motivos. No sé que hacer...Cuando llego a casa después del trabajo y la veo con esa cara tan agria, me pregunto qué le habrá pasado, pero no me atrevo a decirle nada, no vaya a ser que se rebote conmigo y la liemos. De modo que no le digo ni mu, me callo, y aguardo a que la cosa se calme. Pero no le quito ojo, claro. La observo con sigilo, sin que se dé cuenta, esperando encontrar alguna señal que me indique que la tormenta ya pasó. No puede quejarse de mí, porque la dejo tranquila, para no molestarla. Es que ni la miro. Me siento en el sofá y enciendo la tele, como si no pasara nada, para que vea que respeto su tiempo para “desenfadarse”. A menudo la situación es incómoda, porque tengo que ponerle mucho empeño en no cruzarme la mirada con ella, no se vaya a creer que la estoy mirando mal, cuando yo lo que quiero saber es si ya se le ha pasado...

    No lo entiendo. No se puede hablar con él. No sé qué hacer...Cuando llega a casa después del trabajo, y me ve enfadada o triste, ni siquiera se molesta en querer saber qué me pasa, es que ni me pregunta. Se va directo al sofá y enciende la tele, como si no pasara nada. Me ignora, no le importa cómo estoy o qué me ha ocurrido. Es que ni me mira. Siento que ya no le importo y no quiero vivir así...

YO PENSABA QUE...

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