Llevo días dándole vueltas al tema, el año pasado mi pequeño en su primer año de escuela hizo función de fin de curso. Y se pasó más de un mes con un secreto, el no sabía lo que significaba secreto antes, en nuestra familia jamás se le había enseñado, pero en el colegio les instaron a guardarlo para sorprendernos.
Y si, puede parecer una chorrada, pero si ahondamos, enseñarles a niños pequeños a tener secretos con sus padres, de cualquier índole, abre la veda para males mayores. Abusos sexuales en la infancia, maltrato infantil por parte de cuidadores, profesores, familia…
Un niño jamás debiera conocer la palabra secreto hasta que tenga la madurez para poder enfrentarse y defenderse a posibles abusos.
Si aprenden la normalidad de escondernos nimiedades, cómo les protegemos ante un adulto que pretenda hacerles daño?
Cómo enseñarles qué pueden escondernos y qué no?
Y cuándo crezcan? Acoso, buying, burlas… Todas las feas caras de una misma moneda.
Mireia Long, de la que me considero una admiradora, la maravillosa co-creadora de “La Pedagogía Blanca”, al hilo de mi preocupación por el hecho, hizo un comentario que me caló muy hondo:
-Quiero un hijo chivato.- Y yo, tras mucho pensar lo creo firmemente, YO TAMBIÉN QUIERO UN HIJO CHIVATO
Un hijo que me avise y avise a otros si ocurre algo que no le hace sentir bien, si le dañan, amenazan, burlan.
O dañan, amenazan o se burlan de otros.
Hasta hace un par de meses mi pequeño no conocía en su vocabulario la palabra chivato, y sin embargo ahora la utiliza asiduamente, pese que en varias ocasiones he intentado aleccionarle, explicándole que contar algo que afecta o puede dañar a otros no es chivarse, si viene a contar que su hermana esta subida peligrosamente a algún sitio por ejemplo, pero es realmente difícil, mi forma de educar dista mucho de las de otros padres y de las corrientes habituales.
Tal vez me fijo en pequeños detalles que para mi marcan la diferencia.
Y dado que convivimos con el mundo, a veces es muy complicado no dejar que el resto afecte o por contacto contagie a nuestro niño.
Cómo hacer entender a otros padres que a veces pequeños cambios, como no educar enseñándoles a señalar al que habla, puede suponer salvar su futuro?
Si, yo quiero un hijo chivato, que cuando alguien le amilane con su violencia física o verbal, no se arredre y se esconda sino que grite bien fuerte!!
Que no tema contarme sus debilidades, que no me tenga entre sus temores.
Que no se avergüence por que yo conozca qué le avergüenza…
Hoy he leído este artículo de Arturo Pérez-Reverte, AQUI ” Esas jóvenes hijas de puta” qué miedo!
El artículo habla sobre la niña de 14 años que se suicidó por no poder seguir aguantando la presión de sus compañeras.
Su acoso le costó la vida. Han sido condenadas.
Qué miedo!! Miedo a que mis hijos puedan convivir con esos monstruos.
Las semillas que todos conocemos, de algún modo, los hijos de quienes les exigen ser los primeros, no llorar, se mejores que el resto, estudiar hasta el hastío, correr hasta la extenuación, sobresalir por encima de todo y de todos.
Aquellos a quienes educan cual esperpento caníbal dispuestos a masticar a todo aquel que respire por debajo de ellos.
Los vástagos de aquellos que ríen las debilidades ajenas, que insultan las diferencias, que burlan las indefensiones.
que acicalan sus puños y les instan a usarlos contra el resto.
Monstruos, si, monstruos, que se alimentan y crecen con la ira, de los sueños incumplidos de sus padres, de sus delirios de grandeza, de ese quiero y no puedo, y del peor de los pecados, el de reflejar nuestras miserias en las riquezas futuras de nuestros hijos.
Yo quiero que mi hijo sea el mejor, como todos. Pero no a costa de aprender a pisar a otros. Que su ambición no se moje con las lágrimas del resto.
Yo no quiero que mi hijo sea el mejor, porque yo ya veo su grandeza, y no necesito que compita para verla. Que utilice la mofa de quien vaya por detrás, empequeñece y envilece.
Quiero y ansío su felicidad y muero solo de pensar en que algo le dañe.
Yo quiero un hijo chivato, que no sufra en silencio, que hable, que proclame, que grite!!
Quiero educarle en la confianza en mi, en el respeto, en la seguridad de saberse querido y defendido.
Quiero un chivato que sepa que merece el respeto de todos.
Para si algún día se cruza en su camino uno de esos hijos de puta, tenga herramientas para desgañitarse pidiendo ayuda.
Quiero un hijo chivato, porque la otra opción es mas desgarradora, tanto como la de perderle, que esté en el otro lado, quiero un hijo que se sepa valioso y querido para que vea valía y amor en los demás, para que no se convierta en engendro acosador el día de mañana.
No quiero que crezca creyendo que la vida es un combate de boxeo donde matar o morir.
No quiero que corra para ser siempre el primero. Quiero que corra para sentir el viento en la cara…
No quiero que aprenda a levantar los pies para hacer zancadillas… Quiero que los levante para saltar mas lejos…
No quiero que estudie para ser el mas listo. Quiero que estudie para que pueda decidir quien ser…
No quiero que pinte el cuadro mas hermoso. Quiero que pinte el cuadro que le haga soñar…
No quiero que toque el violín con maestría para ganar concursos. Quiero que toque el violín para que sienta la música en el alma…
Yo quiero un hijo chivato, vivo, feliz…
Yo quiero, quiero, quiero… Que nadie ose hacerle daño, que crezca sabiéndose maravilloso e importante sin necesidad de compararse con nadie.
Único y perfecto tal y como es.
publicado el 31 enero a las 11:26
Yo, también, quiero que mis nietos sean, lo que tu quieres para tu hijo. Mi diferencia contigo es que yo no veo esta actitud como la del chivato.Interpreto que el chivato es un ser "pequeño" que acusa con mezquindad y cobardía. Tal vez lo difícil es saber donde esta la raya............