Esta frase puede sonar muy conocida a los chilenos, pues es la publicidad de un refresco infantil. Hoy la tomo prestada para reflexionar sobre el mundo en el que me gustaría que vivieran mis pequeñas terremoto. Porque:
Yo quiero otro mundo
Quiero otro mundo en el que no vayamos todos corriendo a todas horas
Quiero otro mundo en el que no necesitemos trabajar 40/45 horas semanales para cubrir los gastos
Quiero otro mundo en el que tener más no signifique ser mejor
Quiero otro mundo en el que en el colegio sacar un 7 (o un 10) no sea todo lo que importe para “ser alguien en la vida”
Quiero otro mundo en el que nos demos cuenta que los niños son el futuro, que hay que respetarlos siempre, y adaptarnos a sus ritmos y necesidades. Que no haya tanta imposición, sino más dialogo y más crecer juntos.
Quiero otro mundo en el que no sea mejor trabajador el que se va a casa más tarde
Quiero otro mundo en el que las etiquetas no existan: que no seamos lentos, tontos, listos, guapos, feos, patosos, pesados, sino que seamos sencillamente…nosotros.
Quiero otro mundo más empático, donde se respeta al vecino, donde se es amable porque sin para esperar nada a cambio
Quiero otro mundo sin “hitos” de desarrollo, donde los niños puedan desarrollarse y aprender a su ritmo. Niños por un lado, adolescentes que eligen qué quieren estudiar por otro, y adultos que deciden en qué quieren trabajar o a qué dedicarán su tiempo.
Quiero otro mundo donde sonriamos y juguemos más; no solo los niños, también los adultos.
Quiero otro mundo, sin violencia de ningún tipo
Quiero otro mundo donde no discutamos por nuestras opciones de crianza, un mundo donde sencillamente nos apoyemos y acompañemos entre todos.
Quiero otro mundo más agradecido y sincero, menos desconfiado.
Quiero otro mundo donde la necesidad de correr no nos haga saltarnos semáforos en rojo o dejar de respetar a los peatones. Total, para llegar medio minuto antes…
Quiero otro mundo con mejor conciliación, un mundo con más apoyo a las familias.
Quiero otro mundo…donde una crisis económica no pueda causar tantos estragos.
Quiero otro mundo más respetuoso, más consciente: con los niños, con el consumo, con el trabajo, con la tierra.
Quiero otro mundo donde lo que compramos en el super no tenga más porquería de la que llegamos a imaginar.
Quiero otro mundo…más solidario.
Quiero otro mundo…más feliz para todos.
Quizás no pueda pintar el mundo que quiero a mi manera. Pero, quizás, puedo intentar pintar a mi gusto la “República independiente de mi casa” (como dice Ikea) Quizás puedo cambiar mi pequeño mundo un poquito…y así contribuir con mi grano de arena a cambiar un poquito el mundo, ¿o no?