Revista Libros
Fernando Aramburu.
Yo quisiera llover.
Demipage. Madrid, 2010
Grata como susurro al escanciarte, en la memoria
de noches calurosas al borde de un abismo de besos,
entre brazos que habrán palidecido,
con tu presencia derramada me encuentro a cualquier hora
de la edad que hoy arrastro igual que a piedra.
Tú eres ya para mí más que un amor gozosa
manera noble de estar conmigo a buenas
con que quisiera perdurar hasta las nubes últimas,
en la boca tu amargo sabor sabio
y ofrecida a la mano y deliciosa
igual que cuerpo a nuestro antiguo afán tendido.
Hoy te tomo con sed insoportable
de juventud, en cálices comunes
que apuro al discurrir las anodinas horas
a la caducidad abandonadas.
Sáciame, mientras caigo como hoja
enferma de existencia consumida,
a tu modo cordial de suave soledad,
espuma deleitosa,
fresco amargor de quien espero sepa
un rato devolverme los días que pasaron,
de amable dios tardío sangre rubia.
Esos son los versos de Cerveza, uno de los poemas de Fernando Aramburu que publica Demipage en Yo quisiera llover, la antología poética en la que Juan Manuel Díaz de Guereñu recoge muestras de la producción poética del novelista entre 1977 y 2005.
Procedentes, salvo los poemas finales inéditos o no incluidos en libro, de los seis tomos de poesía que ha publicado Aramburu, los textos de Yo quisiera llover son en gran medida la historia de un desistimiento, la prehistoria de su obra narrativa, el retrato del autor en busca de una voz propia que finalmente se concretó en el relato y en la novela, donde encontró una mayor amplitud de campo para mirar el mundo y su mejor tono de voz para contarlo, aunque antes lo ensayó en textos como el que da título al volumen:
Yo quisiera llover, llover
interminablemente,
sentir que me deshago en una
larga melena de gotas finas y festivas.
Mi sueño es un caer, es un caer
que moja en la desamparada tarde
los muros
cenicientos, las lápidas, los rostros.
Santos Domínguez