Revista Salud y Bienestar
Es este uno de esos casos en los que se nos muestra que el ser humano es capaz de detenerse a pensar, y de paso tomar conciencia de la maraña de estupidez que fue tejiendo a su alrededor: una historia que acaparó mi curiosidad y atención como imagino que hará con las vuestras.
Fue el primero, supuso el punto de partida para toda la legislación que hoy existe en torno a los malos tratos contra la infancia, un tema que interesa de un modo muy particular a los médicos al tratarse, las más de las veces, de los profesionales que pueden detectarlos y denunciarlos.
En 1874 la niña Mary Ellen Wilson (1864-1956) a la que también se conocía como Mary Ellen McCormack, vivía en Nueva York, adónde era víctima de los más crueles y viles malos tratos por parte de sus padres adoptivos, Francis y Mary Connolly.
Cuando la Asistente Social la conoció presentaba signos de desnutrición así como múltiples lesiones, consecuencias de la violencia y el abandono... Se planteó ayudarla mas no existía ley alguna que la protegiese de esos canallas, para quienes la muchacha constituía una propiedad, no muy diferente que un viejo mueble, con la que podían llegar a hacer todo aquello que les dictasen sus caprichos y sádicas tendencias.
Sin embargo a la Asistente se le ocurrió utilizar un subterfugio, recurriendo a la Sociedad Americana para la Prevención de la Crueldad contra los Animales, quienes acabaron llevando a los padres de Mary Ellen hasta los tribunales, consiguiendo su condena...
La alegación era tan sencilla como eficaz: perteneciendo Mary Ellen al reino animal, resultaba posible aplicar al caso la ley contra la Crueldad hacia los animales, quienes a diferencia de los niños SI contaban con el amparo de una legislación... De esta forma, en el año 1874 se dictó la primera sentencia de la historia contra unos padres maltratadores, creándose posteriormente la Sociedad para la Prevención de la Crueldad con los Niños.