
Lo primero que tengo que señalar es que una vez más Yo, robot no tiene nada que ver con la película de Will Smith. Sí, hay robots, pero ya. No aparece Sony por ningún lado y el guión no se parece en absoluto. Cuando se dice que una película o serie es una adaptación de un libro significa que no tiene nada o casi nada que ver con él. #Yesoesasí. Pero no tengo ninguna queja, así he podido disfrutar plenamente de uno de los clásicos del siglo XX.
Las Tres Leyes de la Robótica
Manual de Robótica, 56.ª edición, año 2058.
- Un robot no debe dañar a un ser humano o, por su inacción, dejar que un ser humano sufra daño.
- Un robot debe obedecer las órdenes que le son dadas por un ser humano, excepto cuando estas órdenes se oponen a la primera Ley.
- Un robot debe proteger su propia existencia, hasta donde esta protección no entre en conflicto con la primera o segunda Leyes.
Lo confieso: Yo, robot es el primer libro de Asimov que leo, y eso que había oído hablar muchas veces de uno de los grandes maestros de la ciencia ficción -la saga de Fundación debe de estar rondando todavía por mi casa después de que la salvara de una de las limpias de mi madre-. Y sinceramente, por lo que se refiere al libro no me ha decepcionado en absoluto.
¿Y de qué van estas historias? Pues de robots -bravo Jose-, desde el nacimiento del primer robot "niñera" que no podía hablar hasta los robots más sofisticados que son capaces incluso de leer el pensamiento o de empeñar tareas políticas sin que se note su "carácter robótico". Más de uno disfrutaría con esa idea, suponiendo que un robot no puede corromperse, por supuesto. Entre medias pasamos por robots humoristas, robots que acaban totalmente locos o robots que mienten para no dañar a los humanos y no vulnerar la primera Ley.
¿Pero qué son estos robots realmente? Son la más compleja y asombrosa creación del hombre, unos androides con cerebro positrónico que con los años van evolucionando para terminar comportándose de manera inesperada, generando complicadas paradojas a las que deben enfrentarse sus creadores. Y esta es la esencia del libro: cada historia resuelve un nuevo y delicioso problema intelectual que surge del cada vez más intrincado desarrollo de las máquinas.
¿Yo, robot? Qué va.
Hay durante todo el libro una serie de preguntas implícitas -o explícitas, según se mire- que se adentran en el campo de la ética y la psicología: ¿qué diferencia hay entre un robot inteligente y un ser humano?, ¿puede el creador de un robot predecir cómo va a comportarse?, ¿es tarea de la lógica determinar lo que es mejor para la humanidad?, ¿qué pasaría si un robot pudiera desobedecer la Primera Ley?
Todas estas cuestiones no se responden directamente en el libro, sino que se dejan un poco en el aire para que el lector saque sus propias conclusiones. No es un libro tampoco pesado de leer, más bien al contrario: transcurre sobre todo a base de diálogos y las descripciones no abundan tanto como pudiera parecer en un principio. Además, no es muy largo (no llega a las 400 páginas) y las historias suelen tener un desenlace inesperado pero repleto de sentido.
Me ha gustado considerablemente más que otros referentes del género como las Crónicas Marcianas de Ray Bradbury o La guerra de los mundos de H.G.Wells, así que te lo recomiendo si te gustan estas cosas