-Yo no soy amiga de mis hijos. -A mi no me interesa ser la amiga de mis hijos, soy su madre.
Siempre con la creencia, bien fundamentada, de que nuestro deber como padres es el de ser guías, ser educadores, criar y hacer personas de bien. Hasta aquí, concuerdo totalmente. Pero tenemos la creencia que debemos caerles mal a nuestros hijos, y ser autoritarios para saber que estamos haciendo bien nuestro trabajo.
Yo sí quiero ser la amiga de mi hija.
Recuerdo bien cuando entre a la adolescencia. Quería salir, ir a fiestas, tomar, no estudiar, "perseguir mis sueños" que en ese entonces era vivir la vida a mi manera aunque no tenía ni la más mínima idea de cómo vivirla, y comencé a creer que todo lo que hacían mis padres era sólo por fastidiarme, porque no tenían confianza en mí y hasta llegue a creer que seguramente no me querían. ¡Pobres de mis padres! Quienes me conocieron en ese entonces, reconocerán que realmente era rebelde. La relación con ellos se torno difícil, por supuesto que no eran mis amigos, pero sino lo eran, entonces para mí eran los enemigos, de quiénes debía huir y alejarme a toda costa. Empecé a rodearme de "amigos" que eran precisamente todo lo contrario a mis padres, que me solapaban, me "entendían", me apoyaban, no me juzgaban y que por supuesto, estaban tan mal como yo. El resultado, un embarazo adolescente y una sensación de vacío que muchas veces me invadió pues me sentía la hija más incomprendida del planeta.Con este pequeño relato no quiero decir que debemos solapar, permitir y consentir para tener a los hijos contentos, definitivamente no. Lo que quiero dar a entender, es que debemos ser lo suficientemente hábiles para realizar nuestro papel de padres, sin declararles la guerra abiertamente, porque si lanzamos constantemente el mensaje de que no somos sus amigos, creo yo que haremos que creen un concepto de amistad equivocado. Un amigo no es aquel que te solapa y te deja cometer errores o actuar mal con tal de verte contento, un amigo debería tener algo en común con nuestros padres: querer solamente nuestro bien. Un amigo verdadero también tendrá sus limites, será siempre honesto y cuando vea que algo estás haciendo mal, seguramente te lo dirá.
Yo quiero forjar en mi hija un concepto real de amistad. Yo sí quiero ser su amiga, aunque aveces ella no querrá serlo, o dudara que yo lo soy.
Jamás le digo que no soy su "amiguita". No, le digo que los límites, los regaños y demás son por que la quiero y jamás en la vida va a encontrar cariño tan desinteresado como el que una madre le tiene a sus hijos, busco cambiar la estrategia, busco poner límites, reglas y guiarla sin tener que pelear constantemente con ella, sin hacerla sentir que somos las peores enemigas.
Estará funcionando mi estrategia? No lo sé, con los hijos no hay nada escrito, no son pasteles que se horneen de acuerdo a recetas infalibles, son humanos con inquietudes, dudas y sus propias revoluciones emocionales. No quiero que sea perfecta, sólo quiero que sea una niña de bien y un humano feliz.
Pero más allá de todo, Yo sí quiero ser su amiga de mis hijas, quiero que se acerquen a mí cuando tengan un problema, que me tengan la confianza de contarme sus inquietudes y sus problemas, que sepan que mamá las acompaña y las guía incondicionalmente, y sobre todo, quiero que cuando vayan por la vida eligiendo amistades, no crean que las amistades son quienes solapan, quienes te permiten ser grosero o quienes te traten mal, quienes te metan en problemas, quienes no sean honestos o quienes no tengan y no pongan límites, quiero que siempre se rodeen de personas que busquen su bienestar, que sumen y no que resten. Y quiere que a mi siempre me consideren su amiga.