Cuando empezó el juicio en la Audiencia de Pamplona me dije a mí mismo que el asunto ya era suficientemente asqueroso como para que aquí le diésemos más publicidad a estos especímenes de “Homo Violator” que seguro que siguen pensando que lo que ellos perpetraron no fue una violación. Lo triste es que estoy convencido de que no son los únicos, seguro que quedan muchísimos individuos sueltos por ahí que creen, como Stefano Gabbana, aquello de que si te tocan el culo no es acoso sexual o que si tu jefe te dice que te acuestes con él, tu decides.
Pensaba que los salvajes de Pamplona no merecían volver a ser protagonistas de nada que no fuese un juicio y una condena (si les correspondía) que dejase muy claro lo que les ocurre a aquellos que se creen con derecho a algo que no sea respetar al otr@.
He de decir que prefería callar porque la víctima no merece que se vuelvan a airear aquellos días en los que fue presa del salvajismo troglodita. Ya sufrió muchísimo con lo que le hicieron pasar aquel día y todos los posteriores en los que no cesaron los comentarios por parte de quienes no entienden que aquí o jugamos a la igualdad y el respeto o rompemos la baraja. Pensé que mejor me estaba calladito y esperase a que la justicia hiciese su trabajo lo más rápidamente posible. Me equivoqué, como siempre.
No puedo callarme porque sentí vergüenza de género y de gremio al decirse que el juez aceptaba el informe de un detective que los “presuntos” le habían puesto a la chica para que la siguiese y se enterase de que hacía, que decía, como se comportaba o que fotos ponía en sus RRSS. La sola idea de pensar que se perseguía con estos hechos ya es repugnante pero que lo acepte el juez es como para pensárselo porque con la aceptación de la prueba parece que el tribunal exija un comportamiento moral a la víctima, como si la calle, la noche o el ir de copas fuese un territorio “para hombres”. Esto puede entenderse como un acto de violencia contra las mujeres, otro más y ya son tantos… Parece que no juzguemos el hecho de que unos salvajes no aceptasen un NO sino el comportamiento de la víctima. ¿Qué se ha pretendido demostrar con el detective?¿ Es que no creemos lo que le ha ocurrido a la chica? O peor todavía, ¿Es que no creemos a las mujeres?. Es como si la víctima estuviese obligada a la mortificación en vida y no pudiese llevar la vida normal (o la que le dé la santa gana) propia de una chica como otra cualquiera. Es como si el hecho de haber sido violada la obligase a emparedarse en vida como una monja medieval para que nos la tomemos en cuenta. ¿No ha padecido ya lo suficiente con la experiencia de los salvajes?
Está visto que tenemos mucho camino que recorrer en esta sociedad para poder poner fin a la mordaza que lleva puesta la mitad de nuestra especie. Parece que nuestras compañeras no sólo han de sufrir el zarpazo de las bestias sino que encima se espera de ellas un comportamiento que no se exige a los varones ¿A santo de qué esa diferencia? Si te han forzado te han forzado y nada más importa, es lo que se ha de juzgar. No viene al caso la vida que se lleve ni el género que se tenga, te han violado y punto sea cual sea tu condición, esposa, madre, amiga, transeúnte. El resto sería como pretender justificar un robo a Rockefeller porque tiene mucho dinero e intentar usarlo como atenuante.
¿Tan difícil resulta aprender aquello de que si te dicen NO es que NO, lo diga quién lo diga, que da igual el género y que no se tiene ningún derecho sobre el cuerpo del otr@? Por lo visto si porque Naciones Unidas dice que un 70% de las mujeres de este mundo ha sufrido acoso por parte de un compañero sentimental (click). ¿Y si nos damos cuenta ya de que el respeto verdadero es la piedra sobre la que debemos empezar a construir una nueva sociedad