En el juego político hay movimientos aparentemente incomprensibles, maniobras que solo pueden responder a dos naturalezas: la genialidad o el absurdo. Alejandro Magno hizo cruzar a su ejército de treinta mil hombres el Hindu Kush, un sistema montañoso colosal, con cimas que superan los 5.000 metros; podían haberlo rodeado para llegar al valle del Indo pero Alejandro acometió esa expedición como si midiera la lealtad de sus hombres. La decisión era a todas luces una locura.
La destitución de Tomás Gómez parece un golpe de efecto espoleado por el auge de Podemos, como si Pedro Sánchez quisiera mandar un mensaje a Pablo Iglesias: nosotros también podemos, parece decirle. La honorabilidad, la pureza, la honestidad se van colocando extrañamente en el centro del debate político y por fin sabemos para qué sirve un partido como Podemos: para que el resto se mueva. Ahora parece que nadie va a permitir que la corrupción desborde los cauces del río pútrido: que siga ahí pero que no huela demasiado. También hace mucho que no vemos a Monedero en la tele y su insistencia en las mentiras ajenas y sus verdades propias están más allá de la sospecha, auguro un futuro negro al tercero de Podemos.
Hay que saber leer los acontecimientos, la vida no es tanto lo que sucede sino cómo interpreta uno lo que sucede, una suerte de hermenéutica. Así, Pedro Sánchez no nos está diciendo que expulsa a Tomás Gómez por corrupto (ni siquiera ha sido imputado), Pedro Sánchez parece decirnos que veía una hecatombe en las autonómicas y que por favor, le miremos un poco más que pasa mucho tiempo preguntándole al espejo espejito, ¿quién es más de izquierdas: Pablo o yo?
El PSOE parece contaminado por el discurso beligerante de Podemos y veremos pronto cómo los dos partidos se enzarzan en pleitos absurdos para ver quién la tiene más grande. El espectáculo promete. Mientras, en Génova, no saben a cuál de los dos blancos apuntar, los francotiradores de Rajoy acabarán disparando a cascoporro, gastarán demasiadas balas y no habrán abatido ningún objetivo.
Tomás Gómez amenaza con baile en los tribunales y la escena empieza a parecerse a un drama de Shakespeare, Tito Andrónico, El rey Lear, Macbeth, Romeo y Julieta, yo que sé. Se le ha visto a Tomás Gómez muy apesadumbrado en la rueda de prensa, pero también muy peleón, con ganas de pegarle a alguien y con el semblante en caída como si acudiera a un funeral. Todo resulta desaforado y explosivo, veremos si al final hay fuegos artificiales.
Por cierto, Alejandro Magno atravesó el Hindu Kush y conquistó la India; dicen algunos historiadores que después de una larga batalla, cuando por fin las tropas del macedonio doblegaron al rey Poros, Alejandro Magno mandó apresar al dirigente indio y ordenó que lo trajeran ante él. Admirado por su valentía, Alejandro le preguntó al rey Poros cómo quería que fuera tratado y este contestó: como un rey. Así parece que Tomás Gómez quiere rendir cuentas ante su Secretario General, diciéndole: yo soy el candidato.
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